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Miercoles, 23 de Enero de 2013

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¿Quién dijo enfermedad? ¿Quién dijo cocidito madrileño? ¡Eso ya no se lleva! Hoy se ha puesto de moda la rebanada madrileña y el chorizo español, ambos muy saludables, no hay más que salir a la calle y comprobar lo contenta que está la gente.


El Ministerio de Empleo y Seguridad Social como se llama en España, ha empezado a crear puestos de trabajo ¡Aleluya! 


El ministrísimo José IgnacioWert, después de decir que quiere españolizar a los catalanes y comprobar el revuelo que han ocasionado sus palabras,  Rajoy y él han estado pensado.


Los dirigentes europeos persisten en sus políticas de “ajustes” y “recortes”, sugiriendo que escampará tras la tormenta económica. Nos quieren hacer creer que -si les seguimos- habrá un período mágico y soleado, tras los rayos y truenos del bono basura y de la tormenta de la prima de riesgo.  Pero si lo aceptáramos, estaríamos creyendo que es posible un cambio de ciclo con sus brujerías. Es demasiado creer.                    Porque lo que vemos es una determinación fanática (política) del mundo financiero, con su aumento de las restricciones presupuestarias y con el endurecimiento fiscal para los que menos tienen: con el incremento (evidente) de la miseria social. Los cambios de ciclo parecen orbitar más bien por otras galaxias. El aumento de la pobreza, a ojos vista, nada tiene de magia: es ideología, poder y decisiones políticas. Y los ciclos (en cualquier sistema económico) nunca son fulgurantes, ni instantáneos.  Tienen que ver con  mecanismos implícitos (tendencias lentas) del modelo. Y nos referimos a este modelo (capitalista) en estado cada vez más puro, que va perdiendo sus adherencias humanísticas, sociales o socialdemócratas: los derechos sociales duramente adquiridos.Y esta crisis no es sino el avatar de un cambio de ciclo dentro del sistema vigente. Si dejamos que mantenga sus rutinas, tenderá siempre hacia una cada vez mayor desigualdad social. Por eso hay que rechazar todos los días, en todos los campos, su lógica consciente o inconsciente. Su perversión del lenguaje.
 El británico Owen Jones (Chavs, Verso Books, Londres, 2011), estima punto central de todo ese proceso “la demonización de la clase trabajadora y el triunfo flagrante de los ricos, quienes ya no afrontan el reto de los que están debajo, a quienes señalan y de quienes se mofan”. La palabrería de las finanzas es parte fundamental de esa risa. “Los bonos a tres años están a tanto y tanto a las 13,20”, “el IBEX sube hasta los 7.137 puntos a las 12,24”, “el diferencial del bono alemán a las 11,27 se sitúa a…” Eso es eléctrico, como una chispa. Ahí no aparecen tiempos, ni ángulos ideológicos. En esa inmediatez, no se ofrece espacio para la reflexión sobre esa demonización. Todo se presenta como un dato objetivo. En ese ruido mediático, no aparecen las opciones de política económica. Son invisibles los intereses de los grupos de presión y de los ricos. Los derechos sociales (en retroceso) y la defensa de las personas con menos recursos, apenas se sugieren. En la información mayoritaria que sufrimos apenas hay otra cosa que “el camino correcto”, que dice el ministro de Hacienda de España.
En ese contexto, un reportaje fotográfico en The New York Times enfada a buena parte de los medios españoles. El NYT, como otros medios, muestra a los pobres y también los palos contra los que se manifiestan en las convocatorias sindicales o de los indignados. Parte de los medios conservadores españoles responden publicando fotos de pobres neoyorkinos. Singular respuesta que consiste en arrojar sus pobres a los nuestros. Ya sabemos que la miseria salpica hoy a todos, allá y acá. 
Así que contra la idea de que todo depende de una especie de una técnica matemática (falsamente objetiva) que manejan Angela Merkel, Jens Weidmann, Wolfgang Schäuble, Mario Draghi,  el FMI, la City y Wall Street, propongo un regreso a conceptos elementales del pasado. Entre ellos, habría que recuperar (por ejemplo) aquella vieja idea (tan útil para resistir) de la lucha de clases. Tenía su punto, que dirían algunos.
O aquel otro concepto anterior de “las crisis cíclicas del capitalismo”.  Y aquí me tengo que acordar de Nikolai Dmitirievich Kondratyev ( Kondratieff), que murió ejecutado por atreverse a seguir pensando bajo el yugo de Stalin. Lo ejecutaron cuando ya estaba enfermo y deportado en un monasterio siberiano... Kondratieff , reformulado después por el austriaco y contradictorio J.A. Schumpeter, observó cómo la máquina de vapor (hacia 1810), el consiguiente incremento de la producción de hierro y carbón, de los intercambios y del desarrollo del ferrocarril (1870-75), el impulso de las industrias textiles y del automóvil (1910-1920) fueron culminación de períodos de expansión. Luego, siguieron crisis cíclicas que duraron entre 40 años y medio siglo.
Sus seguidores han considerado el desarrollo de las industrias de consumo, el nuevo salto de la industria automovilística, de los electrodomésticos, hasta la guerra de los Seis Días y hasta la crisis del petróleo de 1973, como la cima del siguiente período de expansión.  En esos picos, dicen que hay saturación de mercados, exceso de capacidad productiva, especulación financiera y cuesta inevitable hacia el infierno para la mayoría social.
Ahora se insiste otra vez en el carácter “financiero” de la crisis. Se valoran los paralelismos y diferencias con el crack de 1929. La informática sería la roca de la última cumbre del  postrer período de expansión. Y el desarrollo aplastante de la Red tendría (tiene) una relación muy estrecha con la aceleración enloquecida de los mecanismos financieros. En los nuevos laberintos informáticos, los especuladores pudieron escapar (hace años) a todo control político o social. Se extraviaron allí bastantes mecanismos democráticos alcanzados. File:Pyramid of Capitalist System.png
No soy ningún experto en economía, pero los "expertos" tampoco. Y pienso que es necesario recuperar esos mecanismos democráticos en el nuevo contexto. Romper (lo antes posible) con la lógica financiero-matemática de los oráculos de las finanzas. Paul Krugman (El País, domingo, 30 de septiembre de 2012) los describe así: “… los abastecedores de creencias populares olvidaron que había personas afectadas. De repente, España y Grecia se ven sacudidas por huelgas y enormes manifestaciones. Los ciudadanos de estos países están diciendo, en realidad, que han llegado a su límite: cuando el paro es similar al de la Gran Depresión y los otrora trabajadores de clase media se ven obligados a rebuscar en la basura para encontrar comida, la austeridad ya ha llegado demasiado lejos”.
 Junto a la protesta social que defienda los derechos adquiridos, sería útil pensar en perspectivas democráticas europeas de plazos amplios. Para salvar lo mejor de Europa, hay que quebrar la espina dorsal de esa jaculatoria eléctrica de la prima de riesgo. Necesitamos volver a pensar en una estrategia de ciclos, no sólo económicos, también ciclos sociales de recuperación de derechos perdidos.
Porque los magos de las finanzas pretenden imponernos la idea de que es inevitable decidir todo nuestro porvenir en un segundo.  Lo fulminan todo siempre como si no hubiera alternativas. Por el contrario, Kondratieff, desde su tumba, nos sugiere subir a la cima, mirar el paisaje para ver por dónde, por qué vericuetos quieren que sigamos bajando.
Desde ahí nos daríamos cuenta de que la estrategia social mayoritaria requiere no ceder el paso de los recortes (políticos, ideológicos, de riqueza) a los señores magos de la crisis. Hay que ponerles zancadillas. Y pensar de nuevo en ciclos sociales largos, en mecanismos de reforzamiento democrático, que nos defiendan en  el futuro. En los salones, en los medios, en la Red, en cualquier debate y en las calles de la Unión Europea, es imprescindible mirar todos los días a los ojos de esos que el ya citado Krugman llama “la secta de la austeridad”.


Pues eso, quien quiera, pueda o le dejen aventurarse en un negocio propio y pretenda mantenerlo de manera honrada, que tenga en cuenta que en un $i$t€ma que se caracteriza por su apoyo y protección de las multinacionales y las concentraciones empresariales, lo tiene muy difícil.


Es de todos sabido que el gobierno de Rajoy tendrá que hacer más "ajustes" y nos seguirá tocando las mamandurrias a todos los españoles en una espiral sin fin. A cada hachazo en nuestra ya menguada capacidad adquisitiva seguirá una nueva recaída en el pozo de la recesión. Recaída que requerirá mayores recortes y así hasta el fin de los días o la revolución social.


El Rey de España se ha llevado al Consejo de Ministros a Iñaki Urdangarín y a la infanta Cristina para transmitir un modelo de vida real normal a la sociedad española, ya que su mayor empeño es el bien común de tod@s l@s españoles en estos momentos difíciles.


 

La crisis golpea el corazón de Europa.

Después de 30 años de borrachera colectiva de consumo desenfrenado y especulación financiera, ha llegado la mañana de la resaca.


Llevo días leyendo mensajes a los que no puedo dejar sin reacción. Probablemente todos los hemos visto. Circulan por Internet, con y sin firma. Cuando la tienen, suele estar ligada a la caverna mediática/tdt-party. Entre algunas personas de buena fe pero escasa información están empezando a producir efectos con sus verdades a medias y sus exageraciones desmesuradas.


Bond, James Bond, el infalible, letal e irresistible agente 007, que mantiene la eficaz, superior, tapadera de ser un personaje de ficción, fruto de la fantasía de Ian Fleming, ha sido en innumerables y dramáticas ocasiones el héroe capaz de hacer fracasar horribles planes y propósitos, nacidos en las mentes de los peores villanos que en el mundo han sido. Sobre todo Bond, James Bond, ha sido el desbaratador de los intentos de SPECTRA, el no va más de las organizaciones secretas y criminales, para poner de rodillas al mundo, más que nada al occidental, con chantajes y amenazas de la peor especie por las que intentaba monopolizar materias primas esenciales para la economía, o bien un enfrentamiento armado entre los bloques de la guerra fría para imponerse sobre el caos subsiguiente, ahora tener la capacidad de provocar catástrofes naturales a voluntad, ora secuestrar a la “creme de la creme” de la ciencia para desarrollar terribles armas de destrucción, etc…, etc…, etc.