Nunci de León
Dos películas me han llamado la atención en la presente temporada: Buscando a Eimish y La pequeña Venezzia. Ambas preciosas en forma y fondo, no pueden ser más opuestas en cuanto a la temática y el tratamiento de los temas. La crítica, al menos la que yo he podido leer, destaca en la primera su escapismo, su carácter de "no compromiso" frente a la segunda que sí sería una película comprometida, tanto o más que otras claramente sociales, como La parte de los ángeles, con la que todo el mundo está de acuerdo en este punto. Esto, que desde una primera mirada, parece claro, no lo es tanto.
Compromiso con la realidad no ha de referirse sólo, tal como se aplica la palabra realismo, a los aspectos más duros, o a las dificultades para salir adelante en circunstancias adversas de índole material, etc. puesto que hay muchos tipos de realidad y cada cual tenemos la nuestra.
También hay realidades fantásticas e imaginadas. Es evidente que hay muchas cosas que nos hacen sufrir (con motivo o sin él), aún cuando tengamos el puchero de cada día resuelto y no se nos haya muerto nadie ese día. La realidad es mucho más amplia, y el compromiso con ella, también.
Buscando a Eimish es un viaje a la caza y captura de alguien, de algo, de las raíces y los lazos perdidos o rotos, pero sobre todo de uno mismo. Trata del árbol genealógico, de los conflictos que en él se dan y que impiden reconocerse y mirarse a los ojos cuando se habla, pero sobre todo trata de reconocerSE.
Poner en orden la propia historia y la propia contingencia no es cosa baladí, aunque para ello a veces haya que irse muy lejos, y ello requiere compromiso y ganas de arriesgar antes de ser feliz con la persona amada. Hay muchos que, ante tal tarea, tiran la toalla, de ahí las vidas truncadas, las vidas rotas que se arrumban en aquella tienda de Berlín, todo lo que se amontona en los trasteros y que, con un poco de suerte, no se volverá a desempolvar si no es por la mano de nieve...
Eimish está en brazos de su novio, una situación aparentemente idílica, cuando decide salir huyendo. ¿De qué o de quién? Va a Berlín, pero antes se detiene en París, donde tiene otra cuenta por saldar y su destino final será Italia. Toma el tren en la Estación de Atocha y ese tren que la lleva, que los lleva a los dos uno detrás del otro puesto que su novio la seguirá en el siguiente tren, es una liberación y un punto de partida en busca de ese orden sin el cual no puede vivir. ¿Qué es lo que la ha movido a esa extravagante huida de lo que tanto ama en busca de lo incierto que había dejado atrás. Por eso Eimish, con su huida y la consiguiente persecución por parte de quien la quiere, es un soplo de aire fresco sobre la avejentada Europa, sobre sus raíces más bellas por otra parte (Berlín, Italia, París) de la mano de Manuela Vallés y Óscar Jaenada. Y por eso. aunque Buscando a Eimish no se pueda llamar cine social, sí responde a unos planteamientos profundos y se hace necesaria. Ella hará muchísimo bien a todos los que se va encontrando en su mirar atrás: antiguo novio, hermano, madre por fin, después del rechazo inicial a nombrarlos siquiera. ¿Por qué Eimish siempre ha negado tener madre? Y a los que vean la película, les transmitirá audacia y valor para mirar en sus vidas.
La pequeña Venezzia es una película muy bella, con una narrativa llena de un lirismo toda silencios y gestos de abnegación, pero no es nada arriesgada en el sentido en que Eimish lo es. Estamos al lado del personaje desde el principio, bebiendo de su calma y de la belleza que irradia con sus gestos y su resignación casi evangélica. Confuciana. No representa ninguna búsqueda, tan sólo el desempeño de un papel que le han asignado si quiere tener consigo a su hijo. El negarse a sí misma forma parte esencial de ese papel. Un papel duro pero claro, estricto, sin preguntas, sin libertad ni miedo a elegir, sólo una meta clara. Shun Li con su mansedumbre será más eficaz que todas las revueltas y urdimbres que a otro en su papel se le pudieran ocurrir.
La laguna es una metáfora de la vieja Europa y también de la calma aparente en que vive Shun Li. Ella es una esclava en manos de los que trafican con personas, trágico destino, pero lo que más claro tiene es su árbol genealógico y el esfuerzo cotidiano que tiene que hacer para tenerlo consigo. Su árbol nunca la falló, y eso la hace grande y le da fuerzas, la llena de armonía y le permite poner belleza y consuelo por doquier. En Europa hay otros que están peor, eso descubre, que ni eso tienen para consolarse y esperar. Como ella es el orden mismo, no se está buscando a sí misma, lo tiene todo claro. Y, aunque la vemos sometida, casi como esclava, tiene suerte porque, con su inmenso sacrificio, va a conseguir su objetivo y además sigue limpia.
Dos películas preciosas, una española, italiana la otra, dignas ambas de verse y hasta de contemplarse.
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