María Rosa Medel

Cada día nos despertamos con algo nuevo. Eso está bien, porque hace la vida más interesante, pero resulta un poco cansino.

Para distraernos de la crisis económica, la primera de riesgo y todas esas zarandajas que nos tienen acogotados, nuestro flamante ministro de Justicia se despacha con una propuesta inaudita.

Convendría pararnos un poco en el personaje. Engañó a muchos; parecía hasta progre, por lo menos iba de moderno frente a la caspa que le salía al PP, pero sólo había que preguntar a su padre. Ante la observación de un periodista de lo de derechas que resultaba el padre, éste contestó sin complejos: “Eso es porque no conoce a mi hijo”. Y ahí tenemos al personaje intentando desempolvar una historia que tiene ya más de dos décadas, a ver si de paso se hace con el sector más carpetovetónico del partido.

No quisiera entrar en el tema espinoso y controvertido de aborto, sí / aborto, no. Eso la sociedad civil lo resolvió hace muchos años: aborto, sí.

Para tratar este tema debemos dejar a un lado las creencias religiosas personales, respetables todas, siempre que no se intenten imponer y siempre teniendo presente que no es obligatorio; cada una puede hacer uso o no de ese derecho.

Pero supongamos que el PP está contra el aborto -salvo algún descerebrado/a, todos estamos contra el aborto-. Esto lo damos por hecho y por eso nos extraña que haya convivido tantos años con una ley que lo regularizaba, es verdad que con algunas cortapisas. Pasamos de la famosa Ley de los cuatro supuestos -uno era el que ahora quiere derogar el ministro- a la última reforma que la convirtió en una Ley de plazos que venía a igualar a España con casi todos los países europeos de nuestro entorno.

Pero la propuesta actual nos sorprende porque si el aborto es una aberración, lo será en todos los supuestos, ¿o no? Por esto lo que tendría que hacer el ministro es derogar dicha Ley, eso sería más congruente.

Por otro lado, resulta también sorprendente que a los pocos días de “casi” derogar la Ley de Dependencia, de dejar de pagar la Seguridad Social de las cuidadoras, “casualmente” en su mayoría mujeres, y de rebajar a ridículas las ayudas para atender a los dependientes vivos, ahora nos entre este celo por los que no han nacido todavía.

Sería bueno darnos un pequeño baño de coherencia. Vale. No abortamos, en ningún caso. El supuesto sicológico, recurrido en su día por el PP, sigue vigente. Entonces ¿podemos o no? En este caso, depende, pero como dice el dicho: ¿de qué depende?

Ahora se decide que todos los no nacidos tienen derechos en el vientre de la madre. ¿Y después? “A quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.” Luego el Estado pasa de ellos. Una vez que asomen la cabeza a este mundo se acabó la “protección”. No parece muy serio.

Como dijo el ministro en un arranque de sentido común, no frivolicemos con este asunto que trae tanto sufrimiento adherido. Pues eso, a no frivolizar.

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Publicado en el periódico comarcal Canfali Marina Alta, Denia 4 de agosto de 2012.

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