El pasado martes día 13 y en Valencia se han presentado las conclusiones del V Congreso de la Comisión Nacional de Racionalización de Horarios. Bien.

Parece que una comisión formada por 116 personas de diferentes estamentos nacionales lleva años preconizando un cambio de los horarios españoles para acercarlos a los europeos. Es verdad que en este momento algunos no tenemos muy claro qué significa Europa, pero en el tema de horarios está claro que nos dan ejemplo.

En España, la permanencia en el puesto de trabajo tiene un plus. Cuanto más tiempo estemos en él más posibilidades tendremos de promoción; eso sí, no importa lo que estemos haciendo, ya nos han dicho por activa y por pasiva que lo que cuenta es la productividad y no la permanencia. Pero nosotros seguimos erre que erre.

Cuando nos ponen un programa en la tele, ya sea un acontecimiento deportivo -fundamentalmente fútbol- o un espectáculo que nos hace trasnochar hasta altas horas de la madrugada, a la mañana siguiente miles de ciudadanos no producirán adecuadamente. A esto se suman las comidas de trabajo de tres o cuatro horas de duración, o de dos, da lo mismo; casi siempre con la copita en la mano, con lo que la tarde suele ser poco productiva.

Hay gente, casi siempre hombres, pero ahora también lo vemos en mujeres, que retrasan al máximo su vuelta a casa. ¿Qué nos espera en casa?… Si eres hombre, poco; si eres mujer, suele esperar la casa, los niños, los padres, etc., etc… Definitivamente, estamos mejor en el trabajo.

Así no hay forma de conciliar nada. Me estoy refiriendo a la conciliación con la vida familiar. En Europa es raro que a las seis de la tarde haya despachos abiertos, mientras que aquí en la mayoría de los casos, sobre todo en los oficiales, se vuelve de comer a esa hora y luego, hasta que el cuerpo aguante.

Las malas lenguas dicen que si quieres que una cosa no se solucione, lo mejor es nombrar una comisión y si es de cientos de personas, mejor. No dudamos del buen hacer de esta Comisión ni de sus buenas intenciones. Lo que parece claro son sus resultados... pocos po, no decir ninguno.

Cuando hablamos de conciliación de la vida familiar con el trabajo, no estamos pensando sólo en ir a cuidar los niños. Las personas tienen también vida propia: a lo mejor tenemos que ir al gimnasio, a pasear por el parque, a leer poesía… En resumidas cuentas: vivir. Esto vale lo mismo para hombres que para mujeres. Hasta que no dejemos de sacralizar la permanencia en el puesto de trabajo y racionalicemos los horarios, no podremos conciliar nada.

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Publicado en el periódico comarcal semanal Canfali Marina Alta, Denia, 17 de septiembre de 2011

 

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