Este año vamos a celebrar el 33 aniversario de nuestra Carta Magna. Fue un momento importante. Por fin nos dábamos unas normas para todos y por todos. Bien es cierto que  los que peinamos canas nos acordamos de que fue una Constitución hecha casi en estado de excepción. Era sí o sí. Teniendo en cuenta la época oscura de la que salíamos, nos parecía una bocanada de luz. Estuvo bien y bien se hizo.

Pero no hemos de olvidar que debido a las circunstancias por las que atravesaba el país, difíciles por no decir otra cosa, fue un proceso complicado que necesitó de una elaboración cuidadosa, y yo diría que puntillosa. Había que agradar a demasiados sectores y así se hizo. Por eso 33 años después vemos que es una ley un tanto farragosa; dice muchas cosas y a veces la contraria. Por poner un ejemplo, en el  capítulo de la libertad religiosa, se abre el espacio a todas las confesiones pero se deja un lugar de privilegio a la Iglesia católica, faltaría más…

Y así, vemos cómo hay muy poca claridad en algunas cosas, incluso hay artículos claramente anticonstitucionales. Me estoy refiriendo al tema de la sucesión en el artículo sobre la monarquía. Empezamos entronizando la igualdad de todos los españoles, sin poder ser discriminados por sexo, religión, raza, etc. y nos encontramos con que para ser rey hay que ser hombre. No está mal. Yo desde mi corazón republicano debería pasar de este tema, pero desde mi condición de mujer no puedo obviar esta discriminación flagrante. Y lo consagra la propia Constitución que nos reconoce a todos iguales.

Pero a lo que íbamos. Hasta ahora no había posibilidad de cambiar nada de la Constitución. Es más, nos resultaba hasta un poco “antipatriota”, a pesar de que todos sabemos que han pasado muchos años, el mundo ya no es lo que era, y España tampoco.

Ahora nos despertamos con una noticia, buena y mala a la vez. Resulta que sí se puede cambiar la Constitución, y sin hacer ninguna alharaca. Lo estamos viviendo estos días: El proceso ha sido sencillo: en un día de agosto, mes inhábil donde los haya, Zapatero llama a Rajoy, se ponen de acuerdo y ¡milagro!, en 15 días podemos cambiarla sin tener que pasar por el proceso, incómodo para los de arriba, de un referéndum popular. Ya sé que legalmente es impecable, pero se podía haber hecho de otra forma.

A pesar de las voces que en la calle lo están pidiendo, necesitamos un 10 por ciento de diputados de acuerdo y eso en estos momentos parece imposible. Estamos hablando de un cambio constitucional, que al contrario del ejemplo anterior que sería afianzar el derecho constitucional a la igualdad, ahora nos introducen una modificación por imperativo europeo que posiblemente dé al traste con parte de nuestro Estado del bienestar.

Alguien se ha parado a pensar, supongo que todos, que nos hemos comprometido constitucionalmente en caso de apuros primero pagar a los bancos y luego si sobra, atender a la sanidad, a la educación, a las pensiones, etc. De todos modos, para nuestra tranquilidad, sabemos que derechos que se reconocen, como la vivienda y el trabajo, si no es posible, no se dan y no pasa nada… ---
Publicado en el periódico comarcal semanal "Canfali Marina Alta", Denia, 10 de septiembre de 2011

Comentarios (0)Add Comment

Escribir comentario

busy