Un polémico fallo judicial acaba de sacudir Argentina hasta los cimientos: los trece acusados de secuestrar y explotar sexualmente a María de los Ángeles Verón (‘Marita’) han sido absueltos en Tucumán.
Gracias al coraje y determinación deSusana Trimarco, su madre, el ‘Caso Verón’ traspasó las fronteras de esa provincia hasta llegar a los medios de todo el mundo.
Marita desapareció la mañana del 3 de abril de 2002, a los 23 años, tras salir de su casa para ir a una consulta médica. Dejó a su hijita de tres años momentáneamente al cuidado de su madre, pero jamás regresó.
Sus padres la buscaron incansablemente hasta que él murió de pena. Susana, determinada a encontrar a su hija, comenzó a investigar por su cuenta.
Marita había caído en las redes de una mafia de tráfico de personas que abastecía a burdeles del norte argentino. La habían visto en La Rioja, con el pelo teñido y lentes de contacto, drogada y ausente.
Susana Trimarco no dudó en hacerse pasar por una prostituta para entrar en ese submundo.
Y entonces comenzó a desenredar una complicada madeja de complicidades, en la que estaban involucrados policías, jueces, empresarios y hasta dos de los gobernadores de Tucumán, Julio Miranda, y el actual, José Jorge Alperovich, que había sido el brazo derecho de su antecesor (Alperovich también ha sido el primero, en 200 años de historia, que se autodesignó único elector de jueces en todos los estamentos del poder judicial de la provincia).
El juicio reconstruyó el calvario sufrido por Marita: secuestrada a golpes de culata, había sido violada, drogada y obligada a tomar parte en una orgía sexual. Aunque logró escaparse tres días más tarde, la propia policía la había devuelto a sus secuestradores.
A partir de allí había iniciado su periplo por diferentes prostíbulos de la provincia de La Rioja, como ‘Candilejas’, ‘Candy’ y ‘El desafío’, y había sido forzada a tener un hijo con uno de sus verdugos para asegurar su sumisión. La misma Marita había contado esta historia a otra chica, recomendándole no resistir, única manera de sobrevivir en el mundo de la trata.
Cuando su madre había empezado a investigar, la joven había sido vendida apresuradamente a una red española. Después la habían hecho regresar a Argentina y desde entonces se pierde su rastro.
Susana Trimarco ha seguido sus pasos de burdel en burdel. Pero en cada ocasión la mafia, avisada de antemano de estos allanamientos, habían sacado del lupanar a Marita y a las menores de edad antes de la llegada policial.
A su paso por estos antros Susana ha ido liberando a más de 140 esclavas sexuales (17 de ellas en España) y hasta ha creado para este fin la “Fundación María de los Ángeles”.
Pero ella quiere encontrar a Marita.
“Jamás voy a dejar de buscarla, caiga quien caiga” reitera Susana ciegamente, “mi misión es mi hija. No quiero cerrar los ojos hasta saber de ella. Hay muchas chicas desaparecidas a las que estamos ayudando, pero yo quiero a mi hija. La quiero viva ó muerta, aunque sea huesos”.
El tesón de Susana ha conseguido no sólo que el caso no caiga en el olvido sino también que haya logrado resonancia internacional tras haber sido llevado éxitosamente al cine y la televisión.
La semana pasada la absolución de los verdugos de Marita provocó una tremenda ola de indignación popular en Argentina, produciéndose grandes movilizaciones tanto en Tucumán como en Buenos Aires.
El Tribunal, temeroso de la polémica que se desataría, leyó el veredicto pero arguyó que presentaría los fundamentos de su decisión el día 18 de este mes. Ayer, ante la lógica estupefacción pública, ha vuelto a postergarlo.
Mientras tanto, las chicas que fueron rescatadas y que declararon en el juicio viven atemorizadas. La Justicia no les ha creído (“Son putas porque les gusta, porque es dinero fácil”, aducen algunos) y resultan un blanco fácil para los verdugos que quieren vengarse de ellas.
Sólo en Argentina se contabilizan casi un millar de casos documentados de desapariciones similares a la de Marita Verón y, en América Latina, más de dos millones. En todo el mundo, cuatro millones de personas (en su mayoría niñas, niños y mujeres) se convierten anualmente en víctimas de la trata, explotación que mueve más de 32.000 millones de dólares al año, el segundo negocio ilícito más lucrativo después de las drogas.
Diez años de lucha, Susana contra la mafia, David frente a Goliat…
La frágil mujer, armada sólo con su amor de madre, está haciendo tambalear a la más sórdida y repugnante de las tramas delictivas del país.
Un perfecto ejemplo de cómo una sola persona, si está completamente determinada a conseguirlo, puede cambiar el curso de los acontecimientos.