Manuel López
“Vayan de excursión a La Nucía”, recomendaba en estas páginas* la semana pasada Luis Silvestre Borrego. Entre las bondades que destacaba de esta localidad escondida tierra adentro detrás de Altea y Benidorm con uno de los nombres de población más hermosos que quepa imaginar -Naziya, “delicioso” en árabe, quien sabe si acaso en referencia al suculento níspero nuciero-, sobresale una que en buena ley nunca debería ser noticia: “paneles informativos en tres idiomas”.
Español, valenciano, inglés. Ahí estamos. La singular toponimia hispana necesita acaso una reforma con más urgencia que la Constitución. Porque, a ver, si yo digo, pongamos en una tertulia en una radio gallega, que mi abuelo materno Antonio Rodríguez Barreiro estuvo Nueva York y Buenos Aires de esa guisa:
-O meu avó materno estuvo en ‘New York’ e tamén en ‘Buenos Aires’,
las risas se oirían en alta mar, pues en gallego la metrópoli estadounidense y la capital argentina se denominan respectivamente “Nova Iorque’ y ‘Bós Aires’.
Es un sinsentido total no llamar las cosas por su nombre en el idioma en el que se está hablando. Frankfurt am Main es Fráncfort del Meno en español o Francoforte sul Meno en italiano. Porto es Oporto, del mismo modo que Milano es Milán. Para eso están las lenguas: para nombrar las cosas en el idioma propio en que se habla, no en el original.
El Instituto Geográfico Nacional -Ministerio de Fomento, Gobierno de España- ha editado en 2011 la publicación “Directrices toponímicas de uso internacional para editores de mapas y otras publicaciones. España.” No puede decirse que estemos ante una publicación “improvisada” o “precipitada”, pues se realizó en cumplimiento de la resolución IV/4 (Publication of toponymic guidelines for map and other editors) de la Cuarta Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Normalización de los Nombres Geográficos celebrada en Ginebra hace treinta años (1982).
A lo largo de 76 páginas, el libro desarrolla las Directrices toponímicas elaboradas por un grupo de trabajo de la Comisión Especializada de Nombres
Geográficos del Consejo Superior Geográfico, compuesta por Margarita Azcárate Luxán (coordinadora), Adela Alcázar González, Xermán García Cancela, Mikel Gorrotxategi Nieto y Aigües Vives Pérez i Piquer.
Elemental. Sobre el papel, es el idioma oficial del Estado Español el que debe prevalecer en la nomenclatura toponímica, acompañado, claro está, en su caso por el nombre en la expresión autóctona en las Comunidades bilingües. Cierto que en muchos casos no hay diferencias: Parador se dice igual en gallego y catalán/valenciano; solo se le añade la terminación -ea en eusquera: Paredorea.
En muchos otros casos, las diferencias son mínimas: Aeropuerto/Aeroporto, -/Aeroportua, -/Aeroport. Pero cosa bien distinta es Cascada (-/Fervenza, -/Ur-jauzia, -/Saltant), o Cortafuego (-/Debasa, -/Su-ebakitzalea, -/Tallafoc) o, como comentábamos en el artículo anterior, Colillas (-/Cabichas, -/Zigarro-mutxikinak, -/burilles).
En cuanto a los nombres de topónimos bilingües de territorios o localidades, lo normal es separarlos por una barra: La Coruña/A Coruña, Alicante/Alacant, o unirlos con un guión: Vitoria-Gasteiz.
El caos llega cuando interviene la última instancia en la cadena de administraciones públicas, que en este caso es la autoridad básica “para establecer su propia denominación, las de entidades de población de su ámbito territorial y las de sus vías urbanas”: los Ayuntamientos de los municipios. Y aquí, ay, ya no impera lo que cabe entender por “normalidad”, sino el matiz político de la composición de la corporación correspondiente. Gandia, sin tilde en la i, se lee gándia. Por el contrario, en español la tilde en la e de Dénia es totalmente innecesaria.
Qué bueno que los políticos imitasen a la sociedad civil. ¿Un ejemplo de concordia bilingüística? Las noticias y artículos en valenciano al lado del español en Canfali Marina Alta. O el de La Llauradora de Loreto, “L’atípic restaurant tradicional” que regenta Dani Costa. Uno de los manteles individuales con textos enjundiosos reza así: “Aquí no se dice exquisito, se dice xe boníssim!”
Genial manera de ir aprendiendo valenciano degustando las cocas de Yolanda…
(Continuará).
* Canfali Marina Alta, 27 de octubre de 2012.
Publicado también en el periódico comarcal semanal Canfali Marina Alta, Denia, 3 de noviembre de 2012.
Sumar España (2): cuestión de entendernos
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