Eurotopia 9 Balcanes 525

Manuel López

Que Europa era un Continente “con problema” lo experimentábamos cada vez que, estando en Berlín Oeste, la isla de la libertad, no nos resistíamos a la curiosidad de cruzar el Muro al Este y los vopos te cacheaban en el Checkpoint Charlie hasta los calzoncillos con “ojos de pistola”. Qué tiempos. 

Eran tiempos -no tan lejanos, eh- en los que el capitalismo salvaje aún no había reparado en Angela Dorothea Kasner, una escolar sobresaliente en ruso y matemáticas, miembro de la organización de pioneros Ernst Thälmann y luego militante de las juventudes comunistas de la Alemania Oriental antes de adoptar el apellido de su primer marido, Merkel.

La Freie Deutsche Jugend, la organización juvenil comunista desde la que Angela Merkel iniciaba su meteórica carrera política, era entonces el modelo que la férrea dictadura comunista de la RDA exportaba a las vecinas dictaduras del Telón de Acero, en las que reinaba la paz de los cementerios. Parodiando ad hoc a Federico García Lorca en su poema sobre la Guardia Civil, diríase que el schnapps de las botellas “se disfrazaba de noviembre para no infundir sospechas”.

Especialmente para los comisarios políticos de la influyente Yugoslavia del dictador mariscal Josip Broz, Tito, el paradigma era el dogma político de la RDA.

Muy, pero que muy desafortunado estuvo Alfred Freddy Heineken y sus catedráticos contratados con la ubicación en Eurotopía de los Balcanes. Aparte del feo colosal, imperdonable, de incluir a Grecia, cuna de Europa, en la amalgama balcánica, es que no acertó ni una. Ninguno de los seis países que incluyó en el mapa eurotópico forma parte de la Unión Europea. 

Borró del mapa a Eslovenia, que sí es uno de los 27 Estados de la UE, y no contempló la adhesión de Rumanía y Bulgaria en el Sureste, del mismo modo que tampoco en el Norte la de los Países Bálticos -Lituania, Letonia y Estonia-.

Los “problemas” vasco y catalán de España son bagatela al lado de la más que incierta delimitación geográfica que el mapa Heineken hace de la antigua Yugoslavia en seis países: Croacia, Bosnia-Hezegovina, Serbia, Transilvania, Abania y Macedonia.

El omnímodo poder de la ex camarada comunista Angela Merkel tiene el escollo del problemón de los Balcanes más cercanos, los del Mar Adriático, una vez resuelto el problema de los Balcanes profundos (Rumanía y Bulgaria). Un flagrante asunto pendiente en el inacabado mapa europeo.

Acertó Gerard Adriaan Heineken, el hombre que en 1863 decidió levantar el imperio cervecero que lleva su apellido, al entrar en la industria cervecera “como un torbellino, animando a los empleados, infundiendo seguridad y modernizando los procesos”. Acertó en elegir el color verde porque transmite “frescura, naturalidad, pureza y calidad premium: exactamente como la deliciosa y fría cerveza Heineken”, según reza la publicidad original oficial.

Hoy, 150 años después, la marca es un emporio a escala mundial. Su nieto Freddy mejoró la saga. Lo hizo todo bien, salvo los mapas. Nadie es perfecto: se olvidó de aplicarse el sabio refrán de “Cervecero, a tus cervezas”...

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