Oh, la, la… Si hay tres palabras que en cualquier lugar del mundo hacen tilín en lo más sensible de la fibra emocional de cualquier ciudadano o ciudadana de bien, sea cual sea su raza, religión, color, cultura, sexo o edad, no importa su país de origen o de residencia, esas tres palabras no son otras que Liberté, Egalité, Fraternité.
Cuando suena la Marsellesa, señoras y señores, españoles y ciudadanos del mundo todos, se abre en este valle de lágrimas el bendito escenario de la utopía civil… Quien al oír los acordes del himno más universal no se sienta reconciliado con el género humano es que tiene un problema serio de salud mental… y “cardiológica”. Que está pallá y no tiene corazón, vaya.
Si no existiera Francia, ese país vecino al norte de los Pirineos en el que impera la sacrosanta laicidad de un Estado republicano en el que por poner un solo ejemplo, los desahucios están prohibidos en invierno… pues tendríamos que inventarla.
A diez “estados” reduce Heineken en su proyecto euro-utópico las actuales 27 regiones continentales de Francia: Aquitania, Provenza, Auvernia, Neustria, Burgandía, París, Picardía-Normandía, Hainut, Flandes y Holanda-Zelandia. Por lo que respecta al límite -que no frontera- con España, ahora Iberia, Aquitania absorbe a Mediodía-Pirineos, mientras el Languedoc-Rosellón pasa a formar parte de la Provenza.
En Eurotopía, el proyecto de “reconstrucción” europea de Heineken*, el Señor de las Cervezas anexiona a Francia Mónaco, Luxemburgo y media Bélgica.
La nueva estructura territorial que proponía el proyecto provocó en su día no poco escepticismo. Por poner un solo ejemplo, “Neustria” agruparía en un solo ente territorial regiones tan distintas como son los actuales departamentos de la Bretaña, el País del Loira y Centro. El Oeste celta bretón con su propio Finisterre y el francés-francés Valle del Loira de la ruta de los castillos maridan ciertamente mal.
Heineken deja dentro de la nueva Francia las regiones clásicas de los vinos tintos -borgoñas y burdeos, etc.-, y se resiste a entregar la disputada Alsacia, paraíso de los vinos blancos, a ninguno de sus históricos pretendientes (Alemania y Suiza). Además, le regala al norte un considerable pellizco de viñedos del Rin-Mosela.
Tranquilos, pues. Las cinco uvas clásicas de los vinos de Alsacia -gewürtzraminer, pinot (noir, gris y blanc), riesling, sylvaner y muscat, a las que se ha venido a añadir en estos últimos años la savagnin rosé- siguen dentro de Francia, por lo que podemos proseguir con nuestros estudios sobre la metafísica de la cohabitación de los imperiales blancos alsacianos con los no menos majestuosos tintos borgoñas, sin olvidarnos, claro está, de la impagable plusvalía de los blancos en su doble vertiente de vino espumante -el champaña- y destilados -coñac y, sobre todo, el armañac-.
A ver. Cuando hoy salga nuestro número premiado en la Lotería y le demos un mayestático corte de mangas a la maldita crisis, lo que procede hacer con toda honestidad, después de “tapar agujeros”, es darnos el merecido capricho de “vivir como Dios en Francia”. Salud y suerte.
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* Ocho macro Estados (Iberia, Francia, Alemania, Europa Central, Escandinavia, Islas Británicas, Italia y Balcanes-Grecia) con 75 “micro estados” con una población entre vinco y diez millones de habitantes hacen el total de los 75 estados que conformarían los Estados Unidos de Eurotopía.
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Publicado en el periódico comarcal semanal Canfali Marina Alta, Dénia, 22 de diciembre de 2012.
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Eurotopía, la utopía europea de Heineken (1)
Eurotopía, la utopía europea de Heineken (2. Iberia)
Eurotopía, la utopía europea de Heineken (3. Francia)
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