Francia: Del Malí al Malestar social ¿Hasta cuando?
Un mal siempre puede esconder otro. La intervención del ejército francés en Malí, para expulsar a los grupos armados islámicos que imponian la charia con su bárbara violencia, ha sido saludada por el conjunto de la clase política en Francia y en el mundo y le ha valido al presidente socialista Francois Hollande, galones de Jefe de Estado reconocido mundialmente.
“Aunque la música militar nunca me supo levantar” que decía la canción de Brassens, tengo que reconocer que tampoco me disgustó saber que el pueblo maliano ha sido liberado de tales especímenes retrógrados. Todo no está resuelto y las montañas son mas dificiles de conquistar en el norte del país que el resto en el desierto. Yo me decía así, pues mira por donde un asunto en el que pienso como todo el mundo. Y luego reflexionando hay muchas preguntas que me hago, que me separan del actual discurso oficial y políticamente correcto en esta Francia democrática.
Por una parte, me gustaría saber mas de como utiliza su dinero la clase política en ese Malí francófono, con sus dirigentes bien vestidos, y que hablan un francés impecable, pero que han sido incapaces de defender a sus gentes de un puñado de indeseables islamistas ( bien armados eso si, al parecer por las armas que Sarkozy vendió en Libia para derrocar a Ghadafi).
Por otra parte, el discurso del Presidente francés en Malí, cuando dijo frente a una asistencia multitudinaria: “No os abandonaremos, éste es el día mas importante de mi vida política”, me pareció eficaz y digno de un buen tribuno, pero me provocó una reflexión inmediata: Me gustaria oir a Hollande diciendo frente a una asistencia multitudinaria de trabajadores de Arcelor Mittal, de PSA Peugeot, de Petroplus, de Virgin, o de Renault, algo parecido que me hubiera sobrecogido el corazón: No os abandonaremos, podeis contar con Francia y con su gobierno y con su éjercito si necesario fuera.
Pero la realidad es que la intervención en Mali tapa hoy el malestar social en Francia por los despidos masivos aplazados por Sarkozy. Parece ser que los islamistas al retirarse sin librar verdaderamente combate en el desierto, bombardeados por la aviación francesa, tuvieron tiempo de esconder algunas minas, que han provocado ya algunas muertes. Política de tierra quemada que es de uso en los conflictos bélicos y que curiosamente también se usa en el ámbito político y social. Al afrontar la elección presidencial en mayo del 2012, Nicolas Sarkozy puso también a su manera varias minas en el terreno social a sus adversarios, al reclamar a los empresarios que congelaran los ERES en curso, expedientes de regulación de empleo, que en Francia se denominan con el eufemismo de Planes sociales, a menudo no motivados por una verdadera dificultad de la empresa en el país concernido, sino por una demanda de despidos bursátiles reclamada por los accionistas de esas empresas que esconden sus beneficios a nivel internacional.
Hollande y los socialistas ganaron las elecciones presidenciales y legislativas en Francia en 2012, y evidentemente se encontraron como era previsible, con esos ERES que están estallando ahora uno trás otro. Planes de despido a los que el gobierno no aporta ninguna de las soluciones anunciadas durante la campaña electoral. “Yo, Presidente de la República, votaré una ley para impedir los despidos bursátiles”. Había declarado Hollande.
Cerca de cuarenta empresas están hoy amenazadas con esos ERES, que dejan en la calle a miles de trabajadores. Bursátiles o no, la mayoria de esos despidos son injustificados. La bronca social aumenta y este martes 12 de febrero, una manifestación ha sido convocada por los sindicatos ante la sede oficial de Goodyear en Rueil Malmaison, afueras de Paris, intentando así crear una dinámica de solidaridad con las otras empresas. 1250 empleos están amenazados en la fábrica de neumáticos Goodyear de Amiens Norte.
Todo esto después de que el gobierno socialista ha concluido un acuerdo sobre la flexibilidad laboral, entre sindicatos y empresarios, que no fué firmado por dos grandes centrales obreras: CGT y FO. Sólo la CFDT aceptó firmar junto al sindicato de ejecutivos CGC y el minoritario sindicato cristiano CFTC. Un acuerdo que pone en tela de juicio el actual derecho del trabajo y los mecanismos de defensa sindical frente a los despidos abusivos.
La prensa y la televisión se hacen aquí eco del mensaje gubernamental que se inquieta ante los riesgos de un desbordamiento de la violencia social. Yo me pregunto ¿quien provoca la violencia social los que despiden o los que protestan contra el despido? El ministro del interior ha advertido que no tolerará ninguna violencia. Pero hubieramos preferido en cambio oir al Presidente socialista Francois Hollande decir a esos trabajadores, ni mas ni menos que lo que dijo en Malí: ¡No os abandonaremos! Lejos quedan hoy, ocho meses después de la campaña, aquellas palabras, cuando el entonces candidato afirmaba “!Mi verdadero adversario es el mundo de las finanzas!”.