Ileana Alamilla
La realidad de hoy en relación con la situación de la niñez es irracional, rayando en surrealista. Los del siglo pasado tenemos recuerdos de nuestros barrios, en donde la convivencia con otras niñas y niños era parte de la felicidad de esta etapa de la vida. Salir a bicicletear, a patinar, a jugar tenta, chiviricuarta; a contar cuentos y chistes, a tocar los timbres de las casas y salir corriendo, a jugar fútbol o a barranquear, cosas que para los niños urbanos de hoy son desconocidas, además de que no les generan interés. Hoy esos niños están presos en sus “condominios”, cautivos de la tele y de toda la variedad de inventos electrónicos que no les dejan espacio para la imaginación, ni para la comunicación con la familia. Estos niños y niñas ya ni siquiera tienen que perder tiempo aprendiendo las tablas, pues poseen aparatos que les resuelven todos los problemas aritméticos.
Los asesinatos de niños, los dramas de los pequeños migrantes, los abusos sexuales en su contra y los embarazos en pequeñitas era algo impensable. Lo que existía, pero casi no se difundía, era la cantidad de vidas de infantes que se perdían diariamente por causas prevenibles. Hoy, entidades como la ODHAG informan que 10 niños y niñas mueren a diario por esas razones, además de que uno de cada dos menores de edad viven en situación de pobreza, mientras que diariamente 120 niñas quedan embarazadas producto de abusos sexuales.
Ahora se sabe que en el país se denuncian diariamente dos delitos sexuales en menores de edad, y que solo el seis por ciento de los casos presentados de violencia contra la niñez tienen una resolución judicial, es decir que permanecen en la impunidad.
Demasiados infantes viven en casas de cartón con techo de lámina, juegan en los basureros, se mantienen en zonas de riesgo y son parte de la vergonzosa estadística de la población que se encuentra en pobreza y pobreza extrema.
Pero hay un elemento perturbador y extremadamente alarmante en esta realidad. El año anterior, el Sistema de las Naciones Unidas en Guatemala informó de que los niveles de fecundidad en adolescentes en América Latina y el Caribe rebasan ostensiblemente la medida mundial y es la región del mundo en que los nacimientos de hijos de madres menores de edad representan la mayor fracción del total de partos.
Los embarazos en niñas y adolescentes son un severo problema de salud pública, y nosotros somos uno de los países con los mayores índices de alumbramientos a temprana edad; en 2012, el 25% de nacimientos fueron de madres adolescentes. Esos embarazos en menores de edad, que obviamente son productos de un delito, afectan el desarrollo de los países. No es normal, no es aceptable que una niña tenga que criar a un bebé debido a ataques sexuales, que quedan en la impunidad y gozan de la tolerancia social.
La falta de oportunidades económicas y educativas para las adolescentes, las normas tradicionales que limitan los proyectos de vida de las niñas y respaldan la maternidad temprana, pueden ser otros factores de esta repudiable situación.
No tenemos derecho de seguir tolerando esta aberración.
Sigue la actualidad de Periodistas en Español en nuestro
Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla
.
Indica nombre, apellidos, profesión y país.