He querido dejar un tiempo y un espacio desde que se hizo pública la decisión de la Academia Sueca encargada de fallar los premios instituidos por Nobel, de otorgar el que a mi juicio es el máximo galardón de los que anulamente se conceden, el destinado a LA PAZ, a la Comunidad Europea, para poder tener una visión amplia de, lo que a mi juicio es, una compleja decisión, que incluso me atrevería a situar en casi Ciencia Ficción.
No encuentro razones para que los políticos que conforman la Eurocámara se merezcan ese premio, porque en definitiva no es a usted o a mi, o al ciudadano francés (aunque quizás dentro de su chauvinismo crea que sí), ni para el habitante de las Islas Británicas o de Alemania, o..., al que se concede el galardón, es un reconocimiento a los Padres, no ya de la Patria, sino de Europa, a los que nos están metiendo en unos líos económicos de los cuales no sabemos como salir.
La única idea que me ha venido a la cabeza es que se otorgue este premio a la Unión Europea porque estando por en medio Alemania, Francia y Gran Bretaña, no se han liado a palos y no han montado una trifulca parecida a las que llevaron a Europa a dos guerras entre naciones en pleno siglo XX. Puede ser, quien sabe, quizás sea por eso, porque tan sólo se han montado unas manifestaciones beligerantes en países que a esas tres naciones importan poco porque las ven como sus servidores, como lugares de experimentos. Naciones que no voy a nombrar por pudor, aunque faltas no me ganan.
Pues bien venido sea un premio de ciencia ficción, y ya que estamos hablando de esta situación en ese plano un tanto del más allá, más que del más acá, me voy a permitir la licencia de recomendar a la Academia de los Premios Nobel, que llevan el nombre de ese científico que inventó la dinamita, que piense en organizar otros tres galardones nuevos para dar más interés y alegría a los reconocimientos a la economía, a la física, a la medicina, a la literatura..., a esos señores que vemos tan serios cuando muestran con cara larga su alegría por haber sido designados con tal honor.
Tómenlo ustedes como quieran, pero me parecería incluso una buena portada de la revista satírica El Jueves, o de la añorada Codorniz, que se creasen los premios siguientes:
Premio Nobel al Verdulero, un candidato idóneo sería el ilustrísimo señor Rodríguez Zapatero por aquellos de "los brotes verdes"; Premio Nobel Pinocho, uno de los posibles ganadores sería sin lugar a dudas nuestro querido presidente del Gobierno, dado que el señor Rajoy promete una cosa y cumple la contraria; y para acabar Premio Nobel Cortador, a nuestro ministro de educación que no contento con los recortes que hasta ahora ha llevado a cabo anuncia que va a emprender otros más para "mejorar la educación" (?) sin profesores...
A veces una broma viene bien en un momento de circunstancia como las actuales.Pongan ustedes a sus personajes preferidos en cualquier premio y al menos una breve, brevísima, sonrisa aflorará a sus labios, aunque sea un instante bien merece la pena.