La 33 edición de la Feria Internacional de Turismo de Madrid (FITUR) que abrió sus puertas el pasado 30 de enero y las cerró el domingo 3 de febrero, me ha causado "tristeza", ya que son muchos años, desde 1989, los que asisto como periodista a la misma para cubrir el conjunto de informaciones que en ella emanan.
Puedo decir, por lo tanto, que mi valoración es de lo más realista pues conozco su desarrollo a lo largo de una gran parte de su historia, y he visto la evolución paulatina, pero creciente hasta hace cinco años, cuando la crisis, por una parte, y puede que la falta de imaginación de los organizadores, por otra, han comenzado a cavar una fosa en la que año tras año Fitur se va hundiendo.
Hace cinco años la superficie que ocupaban los stands representativos de más de 170 países y las más de 10.000 empresas que acudían a la cita anual del primer gran evento ferial del mundo del turismo, era de prácticamente la totalidad de los doce pabellones que el IFEMA tiene en el Recinto Ferial de Madrid. Un total de más de 100.000 metros cuadrados. La edición actual se ha conformado con 8.979 empresas, un 5,6 porm ciento menos que en 2012, y tan sólo han sido ocupados 56.500 metros de ocho pabellones.
Los huec0s, espacios muertos y libres que en ediciones anteriores estaban a tope, y que el año pasado fueron de alguna foprma camuflados con plantas y zonas de encuentro y descanso, en la edición de inicio del 2013, han aparecido tal y como son, zonas desnudas sin que nadie las ocupe.
Quizás sea la crisis, pero ...¿sólo la crisis?.
La zona internacional ha disminudo en tamaño, y los 167 países que han acudido a la cita lo han hecho con una oferta constreñida. Por ejemplo, la "bodeguita" de Cuba que era la reina de la muestra de ese país caribeño, parecía en esta edición más "bodeguita" que nunca; la representación de Estados Unidos, otras veces céntrica y amplia, era prácticamente un dedal que había que buscar para encontrar, o que decir de Canadá...
Los países iberoamericanos, han continuado intentar dar color con sus muestras folclóricas, un tanto desangeladas, aunque sus representantes de turismo siguen apostando por Fitur como una forma de captar turistas en Europa; mientras que de los países del Viejo Continente es mejor no hablar. Caso palpable es la no presencia en Fitur por segundo año consecutivo de Francia. Nuestros vecinos galos han anunciado que están más interesados en acudir a la muestra de Berlín, que se celebrará próximamente, que a la de Madrid. ¿Un nuevo palo a España del eje franco-alemán?
Por último nos queda la representación nacional, la patriótica de las Comunidades Autónomas, que aunque se ha dado el caso, por ejemplo de Andalucía, que ha llegado a ocupar prácticamente un pabellón, han diosminuido sus gastos entre un 13 y un 50 por ciento con respecto al año anterior.
Doctores tiene la Iglesia, y creo y espero, que también Fitur, porque de lo contrario va a seguir languideciendo, y lo que ahora es encontrarse en la antesala de la UVI pues ser peor el próximo año. Fórmulas tiene que haber para seguir manteniéndose a la altura de Berlín y Londres. Yo no las conozco porque tampoco es mi obligación, aunque si me pongom a pensar seguro que se me ocurre alguna. Y sobre todo un claro mensaje a la organización del evento, que recuerden el dicho: "renovarse o morir".
Pongo un ejemplo. De Candeleda (Ávila) han asistido a Fitur, el alcalde y 4 concejales del PP para hacerse su sonriente foto al lado de Presidente de Castilla y León. Mientras, en el pueblo, sólo hay dinero para invertir en el campo de golf municipal y en arrasar un olivar para poner la plaza de toros. El Castro de El Raso, languidece, las rutas de montaña no están señalizadas y no existe una información turística "profesional" de la zona. Pero ellos, salen en la foto. ¡Que grandes son!