Parece que no aprendemos, o que al menos los políticos no aprenden. Quizás alguno de ellos, o puede que todos, deberían volver a pasar por la escuela porque por muchos títulos universitarios, reales e inventados, que posean, se les ha olvidado la forma didáctica de la oratoria y eso es muy peligroso, porque como solemos decir en periodismo, "las hemerotecas aguantan todo".
Me refiero, e imagino que lo habrán comprendido al leer el título, a la cuestión fantástica (!), a esa frase imaginativa, donde las haya, pronunciada por la ministra de trabajo, Fátima Bañez, de que ante los casi seis millones de parados "hay señales de esperanza, o esperanzadoras". Frase que es similar a la que nos dejó ese otro "prócer" de la Patria, el ilustrísimo, que no ilustrado, señor Zapatero, cuando apunto que ante la fuerte crisis en Europa y en España, en nuestro país había "brotes verdes", que por cierto se marchitaron antes de nacer.
Pues bien, la ministra se mete en un charco del que no sabe salir, o no va a poder hacerlo en un un futuro más o menos mediato, cuando ya se ha apuntado desde diferentes ámbitos sociales, incluso desde su partido, que ese 25 por ciento de parados actuales puede llegar a ser un 27 en los próximos meses. Por eso no se que pensar con lo de "esperanza" o "esperanzadora". Cual es du realidad, que nos quiere decir que tranquilos que la esperanza es que aumente el número de trabajadores sin empleo, o que va a producirse una mejora laboral y que cuando vuelva a salir a hablar va a poder decirnos que ya han descendido esos millones de parados. Claro, que imagino que en ese utópico caso sería el otro inefable presidente de Gobierno, que mala suerte estamos teniendo en este país, el señor Rajoy para marcarse unos tantos.
Ministra, por favor, sopese sus palabras. Quizás la juventud que tiene puede producir un excesivo énfasis a la hora de afrontar algunos problemas y querer verlos solucionados, pero con el paro no se puede jugar, porque... vaya usted un día, que seguro que no lo ha hecho, a er un centro de paro, a visitar la cola de una oficina donde hay que apuntarse al paro, y mire su entorno. AH, pero hágalo sin avisar, que no vale eso de diecir que voy a..., para que todo esté en orden, hasta las colas de entrada en la calle, y que los propios parados, aseaditos y educados, casi la aplaudan ante las cámaras de televisión que seguro que la acompañan.
No juguemos con los problemas de las personas. Sea usted más seria y olvídese de esas frases tan bonitas que quedan bien en las ruedas de prensa o que nos pueden servir de titulares, porque lo que hoy es "titular", mañana lo sigue siendo pero a modo de recordatorio de lo que se dijo y no se hizo.