Andrea-Fabra-pide-perdon

Conrado Granado

Hay frases que han pasado y quedado en la Historia para siempre, y con ellas sus creadores. Son miles, pero solamente unas cuantas nos darán idea de lo que esto puede significar. Como esa de Felipe II de “Yo no mandé a mis barcos a luchar contra los elementos”. O la atribuida al profeta Jesús de “Por sus obras los conoceréis…” (Mt 7, 15-20), pronunciada para forjarse un criterio que ayude a distinguir entre los verdaderos y los falsos profetas. O la “Vae Victis” (“¡Ay de los vencidos!”) de Breno (siglo IV a. C.) dejando entrever que los vencedores no suelen apiadarse de los vencidos…

Junto a todas ellas, y por diferentes motivos, es posible que una frase pronunciada en los últimos días por una “madre de la patria” encuentre también un hueco en la Historia de España de estos principios del Siglo XXI. Se trata de la ya famosa “¡Que se jodan!”, pronunciada en el Congreso de los Diputados, templo de la democracia, por su señoría la diputada del Partido Popular Andrea Fabra, mientras el Presidente Mariano Rajoy desgranaba impávido una retahíla de medidas a aplicar por su Gobierno que, una vez aprobadas, han pasado a convertirse en los mayores recortes de la democracia, dejando el Estado de Bienestar en estado de coma.

¡Que se jodan!”, exclamó la señora diputada, a la que por razón de cuna se le supone una educación esmerada. Hija de Carlos Fabra, político y empresario castellonense, y presidente de la Diputación de Castellón entre 1995 y 2011, a quien la diosa fortuna le ha obsequiado varias veces con premios gordos de la lotería, mientras el resto de los mortales suspiran por una mísera pedrea. Político de altura, de raigambre, estampa pura de la más genuina derecha española, hombre que puede afirmar sin despeinarse que es bueno que en un aeropuerto no haya aviones para que la gente pueda pasear por las pistas.

¡Que se jodan!”, espetó la diputada Fabra, intentando después recoger velas ante el revuelo levantado, afirmando que su exabrupto iba dirigido a la bancada socialista. Pero no, señoría, no se vaya usted por los cerros de Úbeda, su frase ha sido una bofetada en la cara, un golpe bajo para millones de españoles que, aparte de usted y colegas de hemiciclo, lo están pasando mal, muy mal. Y la pronunció usted en el momento en que su jefe de filas y Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nos breaba con la ristre de medidas a tomar, que ya son una realidad. Una triste realidad que seguramente usted no sufrirá en sus carnes, por venir de donde viene, y estar donde está.

Usted, señoría, y sus compañeros de partido. Un Partido Popular que aclamó solícito, compacto, prietas las filas, hasta 14 veces, 14, las medidas que, una a una, iban cayendo sobre las costillas de un pueblo que empieza a estar harto de tanto recorte y tanto engaño, porque están ustedes engañando desde el primer día, haciendo todo lo contrario de lo que decían y perjuraban hasta la saciedad que no harían nunca, que eso de los recortes eran cosas del inepto del ex Presidente Zapatero. Y para colmo de ridiculeces, sus ministros, intentando camuflar la realidad, emplean unos eufemismos insultantes para cualquier persona con sentido común.

Sí, señora Fabra, su “¡Que se jodan!”, no ha tardado mucho en hacer efecto, porque créame que ha sido inmediato: ya estamos jodidos. Y somos muchos millones los españoles en esa situación: a los funcionarios, después de ponerlos de chupa de dómine, los han dejado ustedes hechos unos zorros, privándoles de una paga que por Ley les corresponde. O les correspondía, que para eso el Partido Popular tiene mayoría absoluta, para cambiar ipso facto cualquier cosa que no les cuadre. Los estudiantes también lo van a tener crudo, y los necesitados de la dependencia, y los bomberos, los policías, los responsables de la sanidad, y tantos sectores que ya no pueden apretarse más el cinturón, como no sea al cuello.

Y a los jubilados no nos llega la camisa al cuello, señora diputada, señoría Andrea Fabra, después de su “¡Que se jodan!”, porque la verdad es que ya estamos jodidos, créame. Desde su Gobierno se ha llegado a decir que el sacrificio de ocho euros que se nos pide por los medicamentos no equivalen más que a cuatro cafés, pero de nuevo ustedes no tienen ni puñetera idea de cómo funciona un país, un parado o un jubilado con una pequeña pensión, de las que hay millones. Con ocho euros un parado o un jubilado no se toma cuatro cafés, sino que compra varias barras de pan, una docena de huevos, un paquete de azúcar, o de macarrones, y un yogur, si le llega. Y eso si lo compra en los lugares más baratos, como Día, Lid o Simply, u otros por el estilo. No sé si ustedes saben de su existencia, pero haberlos haylos.

Tengo un colega que después de casi medio siglo trabajando, de los que ha cotizado cerca de 45 años, hoy ha ido a la farmacia a por las pastillas mandadas por el médico y ha tenido que pagar parte de precio del medicamento, eso que ustedes tildan “de cafelito”. ¡Qué triste, señoría, con lo que ha aportado con su trabajo e impuestos, que ahora, cuando necesita un fármaco se tenga que pagar una parte! Es por eso que a él, y a otros millones como él le iba dirigido su “¡Que se jodan!”, porque están jodidos de verdad. No es una invención, señora diputada, es una licencia periodística, porque ese colega del que le hablo, si se me permite decirlo, es un servidor de usted. El que con los impuestos que paga a través de su pensión mantiene en pie un Congreso de los Diputados en el que su señoría, con plena desfachatez, se permite decirnos: “¡Que se jodan!”. Y aquí no pasa nada.

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