El domingo 19 de octubre de 1997, a media mañana, en su casa, sin previo aviso, esa espada de Damocles que desde hacía muchos años pendía sobre su corazón, cayó de repente y se lo partió. Gonzalo estaba en casa, oyó el ruido de la caída, fue corriendo, pero cuando llegó junto a su madre, ella ya no estaba ahí. Tenía 57 años, Gonzalo 16.
Se ha dicho mucho que el desencadenante de su muerte fue la dirección del audiovisual de la boda de la Infanta Cristina. La verdad es que Pilar estaba más que acostumbrada al estrés de la dirección, (y a otros peores) hacía ya dos semanas que había concluído ese trabajo, dos semanas de descanso. Pilar sabía, desde hacía muchos años que su corazón un día se rompería, así, de repente, por sorpresa. Porque por mucho que se sepa que el corazón es muy frágil, un infarto fulminante siempre llega como una sorpresa.
Pilar y yo nos habíamos relacionado bastante durante los años que compartimos partido político. Yo me fui antes que ella. Aquellos tiempos ‘prehistóricos’, antes de las elecciones del ochenta y dos, cuando a nivel agrupación local, organizábamos eventos para recaudar fondos, supongo que para la agrupación, el aparato del partido ya tenía la Fundación Ebert. Recuerdo uno de estos eventos, al que asistió Pilar, la proyección de una película, –con cesión gratuita de una sala de cine un domingo por la mañana-película por cierto horrible pero muy eficaz para el objetivo que nos habíamos marcado para ese día: “La sal de la tierra”, con coloquio a continuación. Fueron bastantes mujeres, -la proyección era gratis, pero habíamos quedado en poner una mesa de donativos a la salida. Por despiste o lo que fuera, la mesa no se puso, menos mal que tampoco había gastos, así que nos conformamos con la propaganda.
Pilar tenía muy claro desde esos primeros tiempos que en el partido podían tenerse amigos y enemigos, pero que los enemigos lo serían siempre y los amigos...mejor no tener que someterlos a prueba. No iba a tardar mucho en comprobar ¡y de qué manera! lo cierto que era. Como decía Pablo Castellanos: en el partido crees que tienes algunos amigos, tienes algunos enemigos, muchos conocidos y la mayoría son co-carnetarios.
Pero no solo en el partido. Pilar sabía desde tiempo antes que en este país, para alcanzar ciertos objetivos siendo mujer había que mantener una lucha continua de igual a igual con todos y cada uno de los progres y no progres que necesariamente te encontrabas por el camino. Ella era fuerte, había conocido la disciplina militar desde la infancia y eso marca. Pero la fue muy útil. Se dice que era autoritaria, que tenía mal carácter, que era contradictoria, pero que en la distancia corta era vulnerable. Yo puedo decir que en la distancia corta era una mujer legal y muy leal. ¡Será porque nunca tuvo que dirigirme!. Lo que significa, que en la distancia corta no llevaba la coraza para mantenerse en en el mundo en que se movía: Ahí es nada, el mundo de la TV, donde los navajazos estaban a la orden del día. Los navajazos están a la orden del día en cualquier centro de poder. Ella era muy buena, no necesitaba para nada ser trepa y eso molestaba más aún. Porque vamos a ver, alguien se cree, a pesar de todos los pesares que continuaban ahí en 1979, que si hubiese sido un hombre el director de El Crimen de Cuenca, hubiera tenido las mismas consecuencias? Pilar me dijo mil veces que estaba segura de que lo que más molestaba, es que una mujer hubiese tenido la osadía de meterse en esa historia. Y la verdad es que a alguien se le escapó decirlo...¿En qué cabeza cabe que refrendada ya la Constitución del 78, se cometiera censura previa con una película que relataba un hecho real? ¿Se puede torturar pero no se puede enseñar la tortura? No se podía enseñar la tortura, más aún si era una mujer la que enseñaba la tortura.
Cuando rodó la autobiográfica Gary Cooper que estás en los cielos en 1980 intuía que era premonitoria. Sabía que un cambio de válvulas era solo cuestión de tiempo. Sabía que en el mejor de los casos no tendría mucho tiempo, de ahí su propósito de apurar la vida a grandes sorbos, de no perderse ni una experiencia, ni una vivencia, pública o privada. Vivió muchas relaciones, generalmente cortas, a menudo con maridos infieles, porque ella no tenía que dar explicaciones a nadie. Fue sonada aquella respuesta a una esposa engañada, que se enteró con quién la engañaba su marido. La pobre, tan machista o más que él, en lugar de pedirle explicaciones a él, tuvo la osadía de llamar a Pilar. “¿Y porque tengo que darte a tí explicaciones de mi vida privada?” fue su respuesta. ¡Y tenía más razón que un santo! Me pregunto si hoy en día todavía quedan señoras así.
Y dos años más tarde, en el 82 llegó el cambio de válvulas. Pero ya había nacido Gonzalo en el 81. En realidad con el 80, con Gary Cooper, se iniciaba para Pilar la década prodigiosa y terrible. Ser madre, Directora General de Cinematografía, de RTVE, sufrir la venganza de su peor y poderoso enemigo, su co-carnetario Alfonso Guerra.
En estos últimos años, oigo decir con frecuencia a bastantes gentes de la farándula que la mejor Directora General de Cinematografía y RTVE que ha habido en este país ha sido Pilar Miró. Pero entonces, las críticas terribles venían no solo de la oposición, que esas estaban cantadas, vamos, obligadas, también venían de los afines. Esto me hace recordar aquella frase que dijo a poco de llegar al Gobierno Felipe González a Manuel Fraga: “Don Manuel, nosotros somos sus adversarios, los enemigos los tiene dentro de su partido.”
Pilar Miró fue Directora General de Cinematografía y del Ente RTVE por insistencia de su amigo y admirador de su valía, Felipe González, a pesar de su resistencia a aceptar en principio, –sabía lo que la esperaba-y a pesar de Alfonso Guerra. Por eso cuando en 1988, una buena mañana yo estaba escuchando Antena 3 radio, el programa que dirigía el difunto Antonio Herrero, oigo decir a un diputado de AP, Luis Ramallo, que le han contado que Pilar Miró ha gastado dinero público en regalos etc., etc., Luis Ramallo no dice quién, pero deja implícito que el rumor le ha llegado del PSOE...El rumor era intencionado, y sin dar la cara, utilizando a un adversario.
Desde su nombramiento como Directora de RTVE los ataques furibundos, diarios, sin causa justificada, críticos con lo que hacía y lo que no hacía la habían amargado la vida. Era una lucha sin cuartel. Jamás a un hombre le hubieran sometido a tal tortura psicológica. Por eso, para los muchos que estábamos al cabo de la calle de lo que era el guerrismo en RTVE no hubo ni la sombra de una duda: Habían encontrado por fin el pretexto más ruin y eficaz para quitarla de en medio. Primero evitar que la Directora General dispusiera de una asignación para gastos de representación ¡tan increíble como absurdo! Y luego enjuiciarla después de haber devuelto ¡cuatro millones, calderilla en 1888! Es la única persona que en toda la historia de esta última democracia, que dura ya tanto como duró el franquismo, ha devuelto dinero. Precisamente, porque ella no era una corrupta, todos los demás, de todos los colores, que nunca han devuelto ni devolverán un maravedí, lo son.
Cualquier otra persona se hubiera hundido. Ella, como el ave Fénix resurgió de sus cenizas y rodó las mejores películas de su cinematografía entre 1991 y 1996: Beltenebros, El pájaro de la felicidad, El perro del hortelano, Tu nombre envenena mis sueños.
En 1991 tuvo ocasión de ver pasar a su puerta el cadáver (político) de su enemigo, Alfonso Guerra, echado del gobierno por el amigo del alma al que ya estaba estorbando, Felipe González. Pilar brindó con champán.
Y el 19 de octubre de 1997 Alfonso Guerra hizo lo mismo.
Pero los políticos son efímeros. A Pilar Miró no la olvidará la Historia. Alfonso y sus guerristas ya están olvidados.