Hace unos días publiqué la reseña de esta nueva tabla francesa de principios del siglo XV adquirida y restaurada por el Museo Nacional del Prado. Una tabla que enriquece considerablemente la colección de pintura de esta época del Museo.

 

 

 

Algo me ha llamado la atención a posteriori, y creo que podría ser un dato histórico digno de mención.

 

El cuadro llega al Prado con una parte inferior izquierda vacía, repintada de tierras marrones, bastante intensas. Pero teniendo en cuenta la arquitectura compositiva de la parte derecha del cuadro, la geometría de la misma, en consecuencia su armonía  están descompensadas. Hay un eje de composición en diagonal, desde el ángulo superior izquierdo al inferior derecho, dejando en vacío la zona izquierda de la diagonal, saltándose cualquier principio de composición. Algo falta en la tabla para que la composición resulte armónica. Los expertos del Prado han debido saber desde el primer momento que falta algo. Entre los propósitos, quizá el más importante, de la radiografía y reflectografía  infrarroja efectuadas como método analítico, estaba descubrir qué había tras ese ‘repinte’ posterior.

 

Y resulta que debajo del ‘repinte’ está nada menos que el único retrato que se conoce del regente de Francia Luis I de Orleans, cargo que ocupa por la locura del rey, su hermano Carlos VI. Identificado por la decoración de su vestimenta con una de sus divisas, las hojas de ortiga en oro y por la presencia de Santa Inés, protectora de Luis. Es habitual que miembros de la realeza sean  los mecenas o donantes de las obras de arte y que aparezcan como tal en las pinturas. Pero luego aparece el dato de que Luis I muere asesinado y a alguien ha debido parecerle conveniente hacerle desaparecer del cuadro, asesinarle dos veces, eliminarle de la memoria.

 

Esta es una especulación, una razón posible para eliminar al donante, desestructurando la composición de la obra, cargándose la compensación compositiva, dejando un notorio vacío imposible. Pero dejando al mismo tiempo casi un epitafio, ‘aquí debajo está’...

 

‘La Oración en el Huerto’, con lo que ahí va a suceder, la prisión de un inocente, por una razón o sinrazón política, razón o sinrazón duplicada por la desaparición física de Luis I del cuadro, probablemente ya asesinado cuando se pintó, o quizá poco antes, no hay certeza. Si ya en la reseña del cuadro decía que esta aparición hacía la obra aún más valiosa para la historia de Francia que para la historia del arte, si la razón de la desaparición por medio de un repinte nada artístico fue intencionada, esto la convierte en objeto de una investigación histórica detectivesca, digna de una novela de Pérez Reverte. ¿Quién eliminó al caballero?

 

Enlace:   Museo del Prado: La Oración en el huerto, un hallazgo importante de pintura primitiva francesa

 

 

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