La ópera Macbeth, la décima compuesta por Giuseppe Verdi, basada en la obra de teatro homónima de William Shakespeare sigue representándose en el Teatro Real hasta el 23 de diciembre. Estuve viéndola –escuchándola- esta semana. Era inevitable darse cuenta del gran conocimiento del género humano que mostró el inglés mediante la metáfora de un poderoso, del aggiornamento musical descriptivo trasladado al siglo XIX por el genio de Verdi, y al siglo XXI mediante la puesta en escena de esta nueva producción en el Teatro Real. Poco o nada hemos cambiado desde hace cinco siglos, por no ir más atrás. El deseo compulsivo de poder es ciego a cualquier razonamiento lógico o sensato, no se para jamás y cuanto más poder acumula, más crece el deseo.

 

 

La obra juega con un realismo mágico. Al regresar de una batalla victorioso junto a su amigo Banco, Macbeth se encuentra con tres brujas que le predicen el futuro. Las brujas son la metáfora de sus deseos, como en todas las historias. Obtendrá el título de Duque de Cawdor y después el trono. El Duque de Cawdor es acusado de traición y su título es otorgado a Macbeth. Ahora es lady Macbeth quién actúa de animadora del deseo de su marido: ¿Porqué esperar a que muera el rey Duncan? Macbeth duda, pero mata al rey mientras duerme. Predicción – deseo cumplido. Pero Macbeth no se siente feliz. A pesar de no tener hijos, le atormenta una parte de la profecía según la cual los hijos de su amigo Banco heredarán el trono. El temor culpable a ser desalojado le impulsa a matar a Banco, cuyo hijo escapa. Debería sentirse libre, puesto que de nuevo las brujas le predicen poder absoluto e invencible ya que nadie nacido de mujer podrá nada contra él, al menos hasta que el bosque de Birnam avance hacia él...Durante años Macbeth se dedicará a masacrar a los que él cree enemigos. ¿Donde se ha visto que un bosque avance? ¿Quién no nacido de mujer puede vencerle? Pero los oráculos siempre han sido ambiguos y la profecía se cumple gracias a Macduff...

Una tragedia en la que subyace el deseo compulsivo de poder contra cualquier otra opción de realidad. Macbeth podía haber esperado la desaparición de Duncan para sucederle, no teniendo hijos, los hijos de su amigo no eran una amenaza para él, el poder absoluto se alcanza mediante la muerte de quien pueda estorbar ese poder. Pero el bosque de Birnam no es una mera anécdota: puede avanzar.

No estoy contando una ópera. Estoy poniendo de relieve a un personaje prototípico, que siempre ha existido y siempre existirá, ahora como siempre. Por hablar de tiempos recientes, la historia del siglo XX nos ha dejado evidentes testimonios de estos iluminados que para desgracia de la mayoría siempre consiguen enajenarla durante un tiempo e incluso tiempo después de las catástrofes que provocan encuentran seguidores por doquier. El rebaño nunca aprende, está predeterminado a ser seguidor de los Macbeth de turno, aquí y allá.

¿Ha aprendido Alemania la lección de la segunda guerra mundial? No. ¿Alguien espera a estas alturas que la UE tenga un devenir feliz y justo para sus miembros, cuando estamos viendo que éstos asisten más o menos complacidos a la dictadura ejercida por Macbeth/Merkel? ¿Porqué las arruinadas cajas regionales alemanas se quedan fuera del supervisor único europeo? ¿Porqué por exigencia alemana todo se retrasa a 2014 con lo que España se verá abligada a pedir un rescate tras luchar duramente durante meses en Bruselas por evitarlo? ¿Se cumplirá la profecía de que una vez más Alemania con su deseo compulsivo de poder arrastrará a Europa a la ruina?

Aquí cerquita hay un señor muy de derechas, de una derecha muy radicalizada, que muy deslealmente, aprovechando tiempos de crisis, a pesar de haber recibido hace unos días un claro rechazo a sus tesis secesionistas, está dispuesto a ser el rehén de quien ha aumentado sus escaños gracias a los votos que siempre se otorgan ‘a quien no va a gobernar’. Todos lo hemos hecho en alguna ocasión. Con la oposición de importantes miembros de su coalición e incluso de su partido. Claro ejemplo de deseo compulsivo de poder. Ni se da cuenta de que convertirse en rehén es suicida.

Porque ahí está el quid de la cuestión. A este señor no le basta el poder que tiene. Quiere más. Parece que sus brujas personales le animan a seguir en su propósito por encima de todo y de todos, pese al rechazo de su electorado. Y cuenta con un gran chivo expiatorio de todos sus males, pasados, presentes y futuros: España. Alguien tiene que darse cuenta, ojalá más pronto que tarde, que cuando alguien busca la justificación de sus actos en un chivo expiatorio culpable de todos sus males, es que no tiene justificación. Todos sabemos muy bien la función de un chivo expiatorio.

Deberían saber sus gobernados, que no van a ser gobernados, como ya ha demostrado durante los dos años últimos. Que a pesar de la ruina causada por despilfarros y corrupciones, su prioridad de gobierno no va a ser tratar de enmendarla, –convocar unas elecciones anticipadas en dos años es ya un despilfarro dificilmente justificable- sino que va a tener como escenario único su deseo compulsivo de poder: la presidencia de una república, para cuya consecución pasará por encima de Cawdors, Duncans, Bancos, quien sea. Esa república no será Jauja, atenderá a sus intereses partidarios –como ahora- la tendrá al fresco el bienestar de sus ciudadanos que no serán más independientes que ahora, posiblemente serán más pobres. Quien no ha sabido gobernar una comunidad, menos sabrá gobernar un país, con miles de problemas heredados de sus propios errores más los sobrevenidos. Y el ‘contigo pan y cebolla’ ya no se lleva. El rebaño alguna vez debería aprender de la realidad más inmediata y dejar de seguir a los visionarios enfermos de deseo de poder. El rebaño nunca gana nada. Ejemplos hay.

Es posible que en su ceguera, incapaz de entender las reglas de juego de la UE en lo que respecta a la admisión de nuevos estados, -claro que la UE cambia sus reglas de juego cuando la conviene y para quien conviene- haya empezado a ‘tocar’ a algún poderoso lobby, -Bruselas es la segunda capital del mundo de los lobbies después de Washington- para tratar de torcer voluntades a favor de sus intereses en la Comisión Europea. ¡En otros sentidos no sería la primera vez! Pero ahí van a chocar de lleno con los intereses nacionales y en la UE de la poderosa Francia. Francia podría convertirse en el Macduff y el bosque de Birnam que ponga freno a este Macbeth desbocado.

 

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