Teresa Fernández
Casi dos años después de la pérdida de una maleta por Turkish Airlines en un vuelo Madrid-Estambul-Bombay, ha tenido un final feliz gracias a mi perseverancia, a mi abogada de Legálitas, Araceli Durán y a la intervención de la Dirección General de Consumo de Madrid, ante quien presentamos denuncia de los hechos el pasado mes de marzo.
Esta vez Turkish no ha querido ir más allá en sus triquiñuelas dignas de mejor causa para no pagar una deuda reconocida, calderilla realmente para una empresa de su envergadura. Lo que no es calderilla es la imagen que ha dado ante un cliente –yo- que por supuesto no volveré a ir con esta compañía más allá de Estambul. A la postre, el importe a abonar en Euros, ¡192! Abonados en mi cuenta esta primera semana de octubre de 2012. Fecha del vuelo en cuestión: 29 de diciembre de 2010.
Ahora es cuando merece la pena volver a leer la historia completa. Lo que sigue fue publicado en mi blog de Periodistas a principios de verano de 2012.
Historia (surrealista) de una maleta perdida
A mediados de 2010, no recuerdo muy bien porqué, quizá porque el billete era un poco más barato que en otras compañías, contraté un vuelo de ida y vuelta Madrid-Estambul-Bombay con Turkish Airlines. Desde el principio tuve mis dudas, porque el espacio de tiempo entre la llegada a Estambul y el despegue para Bombay era muy corto. Antes de contratar, hablé con ellos, incluso mediante email en su oficina de Madrid, pero me tranquilizaron diciéndome que si venden un producto es porque se garantiza el resultado. Contraté los vuelos y también un vuelo doméstico Bombay-Trivandrum, con Indian Airlines, con más que suficiente espacio de tiempo entre la llegada a Bombay y la salida hacia Trivandrum.
Mi vuelo de ida salía de Madrid el 29 de diciembre de 2010. En el mostrador del aeropuerto, para más inri, facturaron mi maleta hasta Trivandrum, a pesar de mis dudas, ya que había de por medio un cambio de línea aérea, pero me tranquilizaron.
A la salida del finger en Estambul me estaba esperando un empleado de Turkish Airlines, quién me llevó corriendo (y no exagero lo más mínimo) hasta la entrada al avión que hacía el recorrido intercontinental. Como este avión aún tardó un ratito en despegar, pensé ¡ilusa de mí! que esperaban hasta que llegara mi maleta, ya que yo fui la última en subir a ese avión. Todo el pasaje estaba sentado cuando yo llegué
Antes de llegar a Bombay dijeron por megafonía que había que recoger todo el equipaje en la cinta de recogida del mismo. Esperé, quizá demasiado, hasta que por fin me convencí de que mi maleta no estaba. Ahí empezó el delirio de averiguar donde estaba la oficina de reclamación, que al final resultó no ser oficina sino un par de empleados situados no lejos de la cinta. El trámite con ellos además de lentísimo, fue de auténtica pesadilla. Resultado, cuando llegué al aeropuerto doméstico de Indian Airlines había perdido mi conexión a Trivandrum, no había otro hasta el día siguiente para el que por supuesto tendría que abonar un billete nuevo. Así que me puse a averiguar si había otro vuelo para ese día a Trivandrum con otra línea doméstica. Le había, un par de horas más tarde , con Kingfisher Airlines, pero ya no había billetes en clase turista, así que tuve que abonar un pastón para ir en mi única opción, en business. Todo esto como todo lo que sigue está perfectamente documentado.
Cuando por fin llegué a mi destino Amritapuri Ashram, Distrito de Kollam, Kerala no tenía más que una mochilita con ni siquiera cosméticos que obligatoriamente hay que facturar, ni lencería íntima, así que mi primera visita tuvo que ser a la tienda india del ashram para hacer una compra de mínimos mientras llegaba la maleta, que tardó ¡cinco días! en llegar, con el soporte de ruedas roto. Había estrenado la maleta para ese viaje.
A requerimiento mío me informaron por teléfono, siempre a mi cargo, que tenía una indemnización de 50 dólares USA por día sin maleta, es decir, 250 dólares en total. Lo lógico es que hubieran venido en un sobre junto a la maleta, pero...
Como les dije que iba a estar casi dos meses en India me dijeron que el modo más rápido de cobrar era abrir una cuenta bancaria en un banco local donde transferirme el dinero. Afortunadamente en el Ashram hay una sucursal del Dhanlaksmi Bank, donde conseguí abrir la cuenta número 022 25392197. No puedo recordar qué me dijeron cuando les comenté –siempre por teléfono- que hacían con los pasajeros en mi caso que tuvieran solo una semana de estancia en India. A todo esto, me fui de gira con Amma por el sur de India durante casi tres semanas, convencida ¡ilusa de mí! que el dinero estaría en mi cuenta a mi regreso. Pues no. Ya con constancia escrita, por e-mail, me dijeron que para hacer esa transferencia tenía que enviarles una serie de documentos, eso sí me enviaron un documento reconociendo la deuda de 250 dólares ¡en rupias! Once mil y pico, lo que en ese momento estaba bien. Envié todos los documentos requeridos, incluso los resguardos originales de las tarjetas de embarque que afortunadamente conservaba, de los que me quedé con las correspondientes copias. No contestaron, no transfirieron el dinero. De regreso de la gira por el sur de India, -por el estado de Tamil Nadu- contraje una tremenda infección pulmonar, con fiebres altísimas y efectos secundarios de los antibióticos que prefiero no seguir relatando aquí. La cuestión es que adelanté mi regreso a Bombay un día, contratando un hotel próximo al aeropuerto, - otro gasto- para al día siguiente por la mañana ir en persona a la dirección de las oficinas de Turkish Airlines en el aeropuerto internacional de Bombay. Llegué a un punto donde no podía seguir adelante. El vigilante que estaba allí fue a buscar a un empleado de la Turkish que vino a ese punto, quien muy poco amablemente me dijo que no sabía nada de nada. Yo llevaba una copia de todos los documentos que me habían pedido y ya enviado, pero se negó en redondo a hacerse cargo de ellos y lo que me pareció ya el summum de la tomadura de pelo, me dijo que por la noche cuando fuera al mostrador de facturación, preguntara por un señor de cuyo nombre no quiero acordarme y ¡le diera a él los documentos! Cosa que por supuesto no hice. ¡No era cuestión de además hacer el ridículo!
Cuando me repuse de la fulminación causada por antibióticos y de restos de infección, envié por correo ordinario certificado y con acuse de recibo a la oficina de Bombay, otra vez toda la documentación requerida más doscientas rupias para franqueo certificado del cheque que supuestamente debían enviarme a mi dirección en España (lo del cheque me lo había dicho el empleado de la oficina del aeropuerto de Bombay). Nunca hubo la menor respuesta, a este correo certificado ni a diversos emails reclamando respuesta posteriores.
Y entonces es cuando conté el caso a Legálitas de quien soy socia. Legálitas me dijo que era el momento de revertir el caso a la oficina de Turkish Airlines en Madrid, sita en la calle Gran Vía 69, 3-303, a la atención de Don Ginés Alarcón. Mi abogada me dijo que este señor muy amablemente dijo que iba a hacer la reclamación a Estambul y Bombay y al cabo de un tiempo envió un email a mi abogada diciendo que le habían comunicado que ya habían pagado.
Pero vamos a ver, ¿a quién, como y dónde han pagado? Conservo toda la documentación del caso, incluso los emails diciendo que si habían pagado supuestamente por cheque, -porque a la cuenta de banco india seguía sin llegar ni una rupia- ¿cómo es que no me habían comunicado en ningún momento que enviaban el cheque, donde le enviaban, lo lógico es que enviaran por email copia del tal supuesto cheque, en fin lo que cualquier empresa digna de tal nombre hace cuando abona un dinero a quienquiera que sea? ¿Donde está documentado el envío de tal pago? ¡En ninguna parte!
Como al final del email del Sr. Alarcón decía que si era necesaria alguna aclaración, volviéramos a contactar con él, lo hice yo personalmente, mediante e-mail, reclamándole simplemente la documentación de haber realizado tal pago. Silencio absoluto.
En marzo de este año, por consejo de mi abogada hice la reclamación, -totalmente documentada- a la Dirección General de Consumo de Madrid, en Calle Gran Vía 10, 28013 Madrid. Recibo respuesta el 3 de julio de 2012, donde me dicen que han iniciado el trámite de mediación con la empresa reclamada, con el fin de alcanzar una solución amistosa entre las partes de cuyo resultado me informarán oportunamente. Añaden que la eventual resolución del conflicto ‘tiene carácter voluntario’. Y que si la mediación diera resultado negativo deberé plantear la reclamación ante los Tribunales de Justicia.
Pues antes de eventualmente tener que ir a los Tribunales de Justicia, quiero divulgar este comportamiento que francamente me resulta inaudito por parte de una compañía importante,como sin duda es Turkish Airlines, por una cantidad que para ellos es calderilla, y con documento de deuda reconocida por ellos en su día. Si no pueden documentar un pago que dicen haber hecho y del que no sé nada, por algo será. Es la razón por la que la Dirección General de Consumo ha admitido a trámite mi reclamación.
Es más. Me consta que el número de reclamaciones de este tipo a diversas líneas aéreas rebasa cualquier expectativa. No sé si existe ya una Asociación de Afectados por estas compañías, -las que sean, no estoy generalizando en absoluto- pero si aún no existe es hora de crearla. Estoy informada de que hay una Asociación General de Consumidores, pero no sé si cubre estos casos específicos o como trata de resolverlos. Lo ideal sería la Asociación de Afectados por Fraudes de Líneas Aéreas.
Hago un llamamiento a aquellos lectores de este artículo de denuncia que estén en casos parecidos y en el mismo estado de casi indefensión a contactar conmigo a través de esta publicación. En interés de todos los afectados.