
mrosamedel
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- Domingo 19 de Septiembre de 2010 17:44
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La Iglesia (naturalmente católica) hará “recomendaciones morales” ante las elecciones del 20-N, según han decidido los obispos de la Conferencia Episcopal Española.
No hace falta tener mucha imaginación para adivinar a quién beneficiarán dichas recomendaciones. Llevamos mucho tiempo sufriendo la incidencia de los señores obispos en la vida social, intentando tener influencia en las leyes que como sociedad civil se da.
Tendremos que recordar que las leyes que atacan son todas ellas referentes a derechos de los ciudadanos. No son obligatorias. Aquellos que tengan otras convicciones religiosas no tienen por qué acatarlas. Por ejemplo, no es obligatorio abortar, no es obligatorio el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni el divorcio exprés… Sí es obligatoria la educación para la ciudadanía, la Ley de Igualdad de género y otras. En fin, es fácil adivinar qué recomendarán los obispos. Casi seguro que votar a los partidos que no defiendan en sus programas ninguna de estas leyes. ¡Blanco y en botella!
Lo que me parece más difícil de justificar son algunas leyes que se nos proponen. Como muestra, la implantación de la cadena perpetua, que además de no ser muy constitucional, en teoría no coordina mucho con las enseñanzas del Evangelio. Según el Maestro al que dicen seguir, ya se acabó el ojo por ojo y diente por diente; se cambió por amar a los enemigos, perdonar a los que nos atacan, etc. ¿Algún parecido con la petición de cadena perpetua? Además, para que la propuesta no tenga desperdicio, se apostilla que será revisable. O sea, que si tienes posibles para pagar un buen abogado, siempre se podrá revisar; si eres pobre, lo tienes más difícil…
Está bien que los creyentes opinen. Como ciudadanos, tienen todo el derecho a hacerlo y participar en la vida política de su país. Pero las instituciones como tales, tanto católicas como de otras confesiones, que también tendrán que mirárselo, no tienen ninguna autoridad para intervenir. No nos cansamos de oír que vivimos en un Estado “aconfesional”, “laico”. Pero visto lo visto, cualquiera sabe en lo que estamos; lo que sí está claro es que todos, creyente y no creyentes, deberíamos defender el principio evangélico de “A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.
Publicado en el semanario comarcal Canfali Marina Alta, Denia, 22 de octubre de 2011
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Estamos estupefactos, ¿o no? Hay un juez, por cierto de reconocida trayectoria y ahora destinado en Murcia, a quien no iba a nombrar por lo de la publicidad, pero creo que se merece que lo conozcamos todos. Se trata del famoso juez del Olmo. Bien, pues este señor, que todos creíamos que era cabal, se nos descuelga con una sentencia en la que llamar zorra a una mujer, para más inri por un marido maltratador y que acababa de anunciar al hijo que iba a ver a su madre en una caja de pino, no es un insulto. Simplemente quiso decir que era astuta. Casi un piropo.
Resulta que la culpa la tiene… el Diccionario: el lenguaje es machista. Bueno, el lenguaje realmente, no; la utilización del mismo, sí. Si nos fijamos en el Diccionario de la Real Academia Española, la definición de “zorra” tiene como primera acepción, animal; segunda, hembra de esta especie; tercera, carro bajo y fuerte; cuarta, prostituta; y coloquialmente, persona astuta como quinta definición. Ahí estamos.
Según este razonamiento, no sería un insulto si al juez le llamáramos “cerdo”. Hay un animal, y por cierto muy sabroso, con este nombre. Pues ahí vamos, no se nos enfade, señor juez; nosotras tampoco lo decimos con mala intención…
Lamentablemente estamos ante un caso espeluznante. Así no hay medio de luchar contra la violencia de género. A este individuo, y gracias a la genialidad y comprensión de este juez, le han reducido la condena creo que a ocho días de alejamiento. Bravo.
¿Qué podemos hacer con los jueces? ¿No hay nadie que pueda poner orden en este cuerpo de élite? No olvidemos que el judicial es uno de los tres poderes del Estado.
Hay que dar una vuelta al Diccionario. No sólo encontramos esto con la palabra zorra. Hay algunos casos más, por ejemplo:
Hombre público: hombre político.
Mujer pública: prostituta.
Sería muy largo mencionar todas las acepciones que son equivocas y siempre perjudiciales para la mujer, faltaría más.
El próximo 25 de noviembre “celebraremos” el Día contra la Violencia de Género. Pues a ver si en este mes y pico que falta vemos a este juez o destituido o rectificando la sentencia.
La esperanza es lo último que se pierde. Las personas de buena voluntad, tanto hombres como mujeres, seguiremos luchando por la igualdad y esperamos que con la colaboración de todos podamos hacer frente a esta lacra social, terrible, que parece que no cesa sino que aumenta.
La educación es la única salida a este problema, que parece irresoluble. Pongámonos todos a ello, educando a los niños y adolescentes desde su más tierna infancia. la escuela tendría que tener la asignatura de la Igualdad como transversal a todas las demás. Sólo así conseguiremos sacar una generación más igualitaria y más libre.
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Publicado en el periódico comarcal semanal Canfali Marina Alta el 8 de octubre de 2011
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Entrada actualizada en el Blog
Los padres ya podemos estar tranquilos. Contamos con un instrumento novedoso y accesible: un teléfono móvil.
Antes había que seguir algunas pistas, aunque nada fiables, para detectar a nuestro hijo gay. Casi todos los padres eran sorprendidos cuando recibían la noticia de que alguno de sus vástagos lo era. Pero ahora ya tenemos un instrumento a mano para poder anticiparnos a la jugada.
De momento, el debate está en Francia, pero ya nos llegará, que los Pirineos cada vez separan menos.
Si ya es un problema la aplicación en sí (que por cierto es bastante baratita, descargarla nos cuesta 1,99 euros), mucho más discutible son las veinte preguntas que nos hace el aparatito para poder obtener la información que nos interesa.
Las preguntas son de juzgado de guardia, si no estuvieran ya bastante colapsados. En fin, veremos a quién reclamamos, pero algunas son del siguiente porte:
-“¿Le gusta el fútbol?“
-“¿Lee diarios deportivos?“
-“¿Ha participado en alguna pelea?”
-“Dedica mucho tiempo a peinarse?”
-“Cuando usted estaba embarazada, ¿soñaba con una niña?”...
Y así hasta 20.
Si yo fuera hombre, estaría bastante ofendido y casi preferiría pertenecer al universo gay. Si para ser hombre te tiene que gustar el fútbol, participar en peleas y otras “habilidades”, yo renunciaría.
Tiene otro problema esta aplicación, además de su filosofía inicial. Sólo contempla el universo masculino. ¿Qué pasa con la homosexualidad femenina? En teoría, las lesbianas tendrían que tener las habilidades que se requieren para que el aparatito te considere “macho”.
Y ahora vamos al siguiente paso. ¿Qué hace la madre que ha recibido la noticia? Según esta aplicación, puede estar todo “en orden” o tener un homosexual en la familia. Qué barbaridad, hasta dónde hemos llegado.
Algunas veces el progreso no va en el sentido de hacernos progresar, sino en el de hacernos caminar hacia un pasado oscuro que creíamos superado. En fin, parece que nos queda bastante trabajo por hacer para mantener vivo el sentido común, que como bien sabemos es el menos común de los sentidos.
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Publicado en el periódico comarcal semanal Canfali Marina Alta, Denia, 1 de octubre de 2011
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Los padres ya podemos estar tranquilos. Contamos con un instrumento novedoso y accesible: un teléfono móvil.
Antes había que seguir algunas pistas, aunque nada fiables, para detectar a nuestro hijo gay. Casi todos los padres eran sorprendidos cuando recibían la noticia de que alguno de sus vástagos lo era. Pero ahora ya tenemos un instrumento a mano para poder anticiparnos a la jugada.
De momento, el debate está en Francia, pero ya nos llegará, que los Pirineos cada vez separan menos.
Si ya es un problema la aplicación en sí (que por cierto es bastante baratita, descargarla nos cuesta 1,99 euros), mucho más discutible son las veinte preguntas que nos hace el aparatito para poder obtener la información que nos interesa.
Las preguntas son de juzgado de guardia, si no estuvieran ya bastante colapsados. En fin, veremos a quién reclamamos, pero algunas son del siguiente porte:
-“¿Le gusta el fútbol?“
-“¿Lee diarios deportivos?“
-“¿Ha participado en alguna pelea?”
-“Dedica mucho tiempo a peinarse?”
-“Cuando usted estaba embarazada, ¿soñaba con una niña?”...
Y así hasta 20.
Si yo fuera hombre, estaría bastante ofendido y casi preferiría pertenecer al universo gay. Si para ser hombre te tiene que gustar el fútbol, participar en peleas y otras “habilidades”, yo renunciaría.
Tiene otro problema esta aplicación, además de su filosofía inicial. Sólo contempla el universo masculino. ¿Qué pasa con la homosexualidad femenina? En teoría, las lesbianas tendrían que tener las habilidades que se requieren para que el aparatito te considere “macho”.
Y ahora vamos al siguiente paso. ¿Qué hace la madre que ha recibido la noticia? Según esta aplicación, puede estar todo “en orden” o tener un homosexual en la familia. Qué barbaridad, hasta dónde hemos llegado.
Algunas veces el progreso no va en el sentido de hacernos progresar, sino en el de hacernos caminar hacia un pasado oscuro que creíamos superado. En fin, parece que nos queda bastante trabajo por hacer para mantener vivo el sentido común, que como bien sabemos es el menos común de los sentidos.
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Publicado en el periódico comarcal semanal Canfali Marina Alta, Denia, 30 de septiembre de 2011