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Miercoles, 14 de Noviembre de 2012

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El (olvidado) comienzo del horror español

Un día 17 de julio de 1936 , cuyo aniversario como todos los años pasó por completo desapercibido, comenzó a escribirse un horrendo pasaje de la historia de este país...  con el alzamiento en Melilla, por parte de una "selecta" troupé de militares sediciosos, contra el gobierno legítimamente constituido, uno de los más sorprendentes experimentos políticos del siglo XX, por su inventiva, originalidad, capacidad de realización y, en definitiva, universalidad, de la II República Española.

 

Fue a las 17 horas de dicho día cuando el teniente Zaro, en cumplimiento estricto de una orden de salida emanada del general Emilio Mola, el almirante Carvajal del golpe español (quien monitorio el golpe de estado contra el presidente Allende en nexo con la CIA), se presentaba con una pequeña tropa de asalto en el edificio de la Comisión de Límites para practicar un registro en busca de armas y es detenido el general Manuel Romerales, jefe de la circunscripción oriental del protectorado español en Marruecos, por negarse a participar y apoyar la asonada golpista. También sería arrestado el principal mando militar español en el norte de África, el general Agustín Gómez Morato.

Un par de semanas después sería pasado por las armas, al igual que muchos de sus compañeros de armas, con lo cual se iniciaba una serie espeluznante de arbitrarias detenciones y arteros asesinatos cometidos en la personas de los propios compañeros de armas de los golpistas. Estas serían las primeras víctimas del alzamiento sedicioso, sus propios camaradas, de las cuales se habla poco o nada.

Así empezó todo, una larga historia de horror que, de algún modo, ¡claro está!, se deja sentir hasta hoy. “Porque aquella sublevación militar contra la República quebró definitivamente y de modo artero la capacidad del Estado y del Gobierno republicano para mantener el orden”, señala escritor e historiador, Julián Casanova, autor de Europa contra Europa, 1914-1945.

So pretexto de “sacar a la Patria de la crisis y el caos, de rescatarla del despeñadero y de las garras de los malvados comunistas…, frente a lo cual lo más sano de nuestra sociedad no tuvo más remedio que actuar”. Los consabidos mitos del fascismo que pese a la inopia y el absurdo de sus argumentos, aún no han derribado por completo.

El resto de la historia es por todos conocida... Gracias al fracaso e incapacidad de los golpistas de alcanzar el objetivo fundamental de apoderarse del poder y derribar el régimen republicano, la división del ejército y la resistencia popular en armas, se desató lo inevitable, la Guerra Civil Española; una vergonzante y cruenta guerra fratricida, que contó con el apoyo unilateral del nazismo y el fascismo y que significó a la postre el establecimiento de una de las más execrables y prolongadas dictaduras militares del mundo, a la par que pauperización, atraso, sufrimiento, exilio, y sobre todo, un altísimo costo en vidas humanas a este pueblo.

Ahí están presente las millares de fosas comunes (y desapariciones), como mudos testimonios,  existentes en cada pueblo y en cada provincia de este territorio. Un mudo testimonio que nos debiera enrostrar a diario que ostentamos, como país y sociedad, el impresentable record de ser el país como fosas comunes del mundo después de la Camboya de Pol Pot, y que dan cuenta de modo inequívoco del llamado Holocausto español.(Preston, 2010).

Uno de los más espantosos genocidios que conoció la Europa siglo XX, solo comparable al impulsado por los Nazis contra el pueblo judío; algo, que aún divide, pese a los tres cuartos de siglos transcurridos, a la sociedad española. No son pocos los que ven como algo inevitables golpe y todo lo ocurrido.

No obstante, sabemos que una sociedad madura y en una democracia profunda debiera ser capaz de trascender las lecturas interesadas de tales acontecimientos a partir de la articulación de un relato común (compartido) de lo ocurrido.

Pero, francamente, la ignorancia, la indiferencia con la que se ha enfrentado este pasado resulta ostensiblemente pavorosa… el pragmatismo, el calculo político y la claudicación de su (in) modélica transición a la “democracia” (la imposición de un tardofranquismo reformados a favor de las elites políticas, sociales y comerciales de este país), terminaron  institucionalizando el desprecio y la amnesia generalizada (con sus políticas y prácticas del olvido e impunidad) con que vemos enfrentados cualquier esfuerzo, por menor que sea, de recuperación de la memoria histórica.

Todo ello configura sentido aquel conocido tópico que señala que el olvido nos condena a repetir la historia, ya como farsa, ya como tragicomedia. ¿Acaso no es lo que representa, de algún modo, la grave crisis económica (política y social) que se ensaña con este país? Pues, sus claves más profundas alojan allí, ¡qué duda cabe!; y, es, precisamente, a partir de ahí que todo a jugado a favor de las elites y contra, claro está, de los intereses de las grandes mayorías de este país.

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Última actualización el Viernes 03 de Agosto de 2012 21:57