Conrado Granado
Crónicas alemanas
La marca alemana de coches Opel suele finalizar sus anuncios en televisión con una frase que a fuerza de ser repetida va calando cual gota malaya. Y la pone en alemán, tanto en España como en el resto de los países, para que no haya lugar a dudas de quién la dice, y cómo la dice. La frase, que se lee en tres segundos, es la siguiente: “Wir leben Autos”. Es decir, “Nosotros vivimos los coches”. Por eso, porque aman los coches y procuran fabricarlos a conciencia, los alemanes hacen millones de modelos de marcas como Mercedes, BMW, Volkswagen, Audi, Opel o Ford, al tiempo que poseen otras como Seat, Skoda, entre otras.
El próximo jueves llega a España la canciller Angela Merkel para participar en un foro de empresarios españoles y alemanes, al tiempo que se reunirá con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Y lo curioso del caso, o no tan curioso, porque en política nada es casual, es que será el mismo día en que el Banco Central Europeo diga algo concreto, siempre a tener en cuenta, de los planes que tiene para rebajar la prima de riesgo de España e Italia, dos países que, junto a Grecia y Portugal, forman el grupo de países más débiles de la Unión Europea situados en el sur del Continente, a los que peyorativamente se denominan en el norte como los PIGS, adjetivo que me niego a admitir, pero no dejando de reconocer que la Unión Europea marcha hoy a dos velocidades: la del norte y la del sur. Vean ustedes cualquier dato económico y comprobarán en qué situación se encuentra cada grupo. Y en economía los números cantan, son habas contadas, tanto para unos como para otros.
Viene la frase del principio a cuento porque probablemente Angela Merkel le diga el jueves a Mariano Rajoy otra frase, también muy cortita, pero que le convendría aprenderse para tener en cuenta en todo momento, cual oración de cabecera: “Wir lieben Ordnung”. Es decir, “Nosotros amamos el orden”. Porque si algo aman los alemanes es el orden, el sistema de normas, ese que les ayudó a salir de las desastrosas consecuencias de una Segunda Guerra Mundial y convertirse en lo que es hoy, la República Federal de Alemania. Y dentro de ese orden, el económico ocupa un primerísimo lugar, de ahí que su obsesión por una moneda fuerte, en este caso el euro, no deje lugar a dudas.
Por eso creo que España y Alemania están procediendo de manera diferente en la actual crisis por la que atraviesa la Unión Europea, que ya lo es, y gorda. Mientras que nuestro Gobierno está haciendo lo que está haciendo, poniendo parches aquí y allá para capear el temporal como buenamente puede, esperando que el tiempo escampe, en Alemania piensan desde hace ya mucho tiempo que el sistema del euro, tal y como está, resulta insostenible, y por eso busca forjar unas reglas que aseguren la sostenibilidad del sistema. Como asegura el profesor de la London School of Economist y doctor en Economía por la Universidad de Chicago, Luis Garicano, en su trabajo “Ordnung” acerca de la visión que tiene Alemania de la crisis del euro es la de “un intento de construir, sobre las bases de un caos monetario y financiero actual, un edificio ordenado basado en una moneda sólida y en instituciones y reglas que den a los países los incentivos adecuados para gobernar con prudencia…”.
Y lo bueno en este caso, en opinión del experto economista español, es que es posible tender un puente entre lo urgente, es decir, tomar medidas para ayudar a los países necesitados de la Unión Europea a salir de la crisis, que es la visión del sur, y el “ordnung” alemán del euro a largo plazo, que es la visión de los países del norte de la Unión Europea, entre los que se encuentran, además de Alemania, Austria, Holanda, Finlandia, entre otros. Pero para conseguirlo, y por lo que a España respecta, este país también necesita un poco de “ordnung”, es decir, un podo de orden, aunque nos suene a algo propio de mentalidades cuadradas, que es lo que muchos piensan de la forma de ser de los alemanes. Nos va mucho en ello porque, como afirma Luis Garicano, en los países del norte de la UE ya se empieza a decir de España que “Son como Grecia. Se sientan a esperar a que el BCE la rescate de sus problemas”. Dicho en román paladino, no somos de fiar, con perdón. Se trata de la percepción de unos países socios de la Unión Europea de la que formamos parte. Pero, acertada o errónea, es la opinión de los países económicamente más fuertes, un dato que convendría tener en cuenta.
La visita del próximo jueves a España de la Canciller Angela Merkel puede arrojar alguna luz sobre nuestro futuro inmediato. Mariano Rajoy oirá de viva voz qué se espera de nosotros, y qué podemos, o debemos hacer en la parte de “ordnung” comunitario que nos corresponde. Junto a esta visita, septiembre y octubre serán también claves para despejar algunas incógnitas en Bruselas, y esperar que los soñados “brotes verdes” hagan su aparición por alguna parte.
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