José Herrero
¡Mineros! Yo no soy minero, aunque realmente pueda decir que lo soy, no como algunos de vosotros, paseantes por la España desangrada, herida de mil batallas y de otros tantos libertinajes de déspotas y osados libertinos que solo creen en la felicidad inmaculada de su bolsillo. Yo soy hijo de minero, sobrino de mineros, nieto de minero de la cuenca asturiana. No tendréis, pues, nada que explicarme para enmendarme la plana. Y ahora tampoco quiero que lo hagáis porque me estáis decepcionando. Mi Asturias aguerrida, mi Asturias dinamitera, mi Asturias de siempre me lastima ahora porque pretende más donde ya no queda nada, donde se ha rascado hasta la saciedad, donde sindicalistas y prejubilados intentan reconvertir lo irreconvertible (a sabiendas desde 1985).
Asturianos, mineros como lo fueron mi padre y mis tíos y mi abuelo, no pretendáis regresar al 14, a los 50, a los 60, que esos últimos años los viví yo a pie de la boca mina muchas veces, impasible, esperando el rescate de los cadáveres en las galerías, aguardando tiempos mejores que se nos negaban por los dueños de los chamizos (minas privadas) en los que se trabajaba, de verdad, en condiciones infrahumanas. Hoy, amigos míos que en aquel entonces no quisieron estudiar y se fueron a la mina, a nuestras minas de hulla, llevan más de veinte años prejubilados cobrando sueldos en torno a los dos mil ochocientos euros al mes, sueldos de privilegiados en los tiempos que corren (y en los que ya corrieron).
Me gustaría que me dijerais cuantos de los que os manifestáis, protestáis y habéis ido de marcha hacia Madrid después de haber incendiado barricadas en las entradas de los túneles de la autovía asturiana, herido a gente que no tiene nada que ver con vuestra reconversión imposible (porque no queréis reconversión sino continuar como hasta ahora), haber alcanzado un helicóptero de la guardia civil con vuestros “cohetes”, sois realmente parados sin futuro ni esperanza, obreros de verdad (no prejubilados ni liberados sindicales) como millones de españoles que no tienen qué llevarse a la boca ni cómo pagar sus hipotecas. Decidme de verdad cuántos de vosotros cabalgasteis hacia Madrid sin un euro en el bolsillo, decidme quién ha pagado los autobuses de regreso. Decidme qué queréis cuando hace más de veinticinco años se os ha dicho (la CEE) que el carbón ya no es rentable, ya apenas se usa por ser contaminante, cuesta mucho más extraerlo que comprarlo fuera. Decidme, si lo sabéis, por qué vuestro gobierno regional (autonómico, que se dice ahora) no ha puesto remedio y ha dado soluciones a esta hecatombe en tantos años. Decidme, pues, si alguno de vosotros, de los que llegasteis dando gritos a Madrid, vinisteis con los mocos colgando de la nariz o si, por el contrario, lo hicisteis con la cartera repleta, prejubilados a los cuarenta años, o menos, sin dar desde entonces un palo al agua y sin haber pensado en el futuro. ¿Es eso realmente lo que queréis para vuestros hijos? Yo, como asturiano, no, desde luego.
Os habéis enfrentado con la Policía Nacional en Madrid (y también en Asturias), y alguno de vosotros manifestó a grito pelado “vergüenza me daría ser policía”, sin pensar que ellos han de vérselas con energúmenos como algunos de vosotros y cobran, sin embargo, menos de la mitad de vuestro sueldo por no hacer nada. También los habéis insultado con improperios improcedentes como “os quitan una paga porque sois funcionarios” (y vosotros casi también porque Hunosa, ya no los chamizos de antes, es una empresa pública), pero los mineros, muchos de los concentrados cobran íntegras las suyas de privilegiados y nadie les levanta la palabra, ni siquiera la mirada. De los 76 heridos, 33 eran policías, funcionarios con una mísera paga a los que encima se les quita la extra de Navidad. ¿Dónde ha quedado vuestra solidaridad de antaño?
Y los sindicatos, como no podía ser de otra manera, jalearon vuestras consignas obviando, efectivamente, que durante el mandato de ZP se mantuvieron callados en sus despachos, arropados por subvenciones que jamás deberían cobrar, subvenciones que al serles recortadas (que no eliminadas) ahora sacan sus banderas y se arriman con ellas a todo cuanto se mueve en la calle mostrándoles su adhesión, como robar en supermercados en nombre de la dignidad de otros. Aducen que Rajoy es el culpable de los recortes del 63 por ciento en las ayudas al carbón para 2012, pero él no tiene la culpa porque esto está previsto de mucho antes. El secretario general de UGT, Cándido Méndez, incluso se atrevió a tildar de irresponsable al presidente del Gobierno porque los recortes al carbón suponen “echar a la calle a miles de personas” (muchas de las cuales están prejubiladas con sueldos de infarto, y a otros miles los echó precisamente el PSOE de Asturias durante sus gobiernos, como el de Martínez Noval, entonces ministro de Trabajo y secretario general de los socialistas asturianos, y el presidente regional desde 1991 a 1993 Rodríguez-Vigil, quien se vio obligado a dimitir al anunciar la instalación de una petroquímica en Gijón promovida por el Saudi International Bank, que daría trabajo a mil quinientas personas, aunque el banco emitió de inmediato un comunicado asegurando no tener nada que ver con el proyecto). Lo único que ha hecho Rajoy, y lo ha hecho bien, es eliminar al cuarenta por ciento de los sindicalistas liberados que cobran sin trabajar.
Deberían los sindicatos mirarse en el espejo de Alemania sobre su reconversión minera de la cuenca del Rhur, que ya en 1957 afectó a más de trescientos mil trabajadores, y cómo el gobierno de Renania del Norte-Westfalia, apoyado por el gobierno federal, puso manos a la obra para buscar soluciones y resolver el problema de la reconversión para que el minero no se quedase sin nada y acoplarlo en fábricas. La reconversión terminó en 1968; y nosotros, en 2012, seguimos esperando que escampe sin haber hecho nada al respecto para con nuestros mineros que, por supuesto, hay que ocuparlos en otras tareas. En el norte de Inglaterra, en los yacimientos de Derby-Nottinghan y el de Yorkshire, el efectivo de los mineros disminuyó a la mitad desde 1947 hasta 1969, reducción que continuó en los años siguientes, y han tenido, los pozos que quedan, que tratar los carbones para eliminar el humo.
En Asturias se hizo más bien poco, aunque se prometió mucho por parte del gobierno socialista. Poca reconversión y mucha algarabía para proteger los derechos de los mineros sin darles otra salida que la falsa esperanza. Pozos cerrándose desde 1982, con 30.000 trabajadores en la calle y otros quince mil que volvieron a perderse en 1992. Sendos compromisos por parte del gobierno central y regional para llevar a cabo una fuerte reindustrialización no surtieron efecto alguno, se quedaron en agua de borrajas y ello motivó que fueran expulsados 140 integrantes de los órganos de dirección del PSOE en Oviedo por parte de la ejecutiva socialista de Asturias.
Pero la culpa ahora la tiene la UE con sus recortes, ajustes que ya advirtió que pondría en práctica en 1994 tras el apoyo de los sindicatos a la empresa Hunosa y sus accionistas para crear un Plan de Futuro que básicamente consistía en cerrar algunos pozos y despedir a seis mil mineros, la tercera parte de los efectivos laborales, pero continuar extrayendo carbón a pesar que el rendimiento de la empresa estaba muy por debajo de las productividades de la europea. En 1992 la minería asturiana acaparaba un 80 por ciento de las ayudas públicas destinadas a la minería subterránea. Ahora, pues, no es momento de lamentaciones ni de manifestaciones violentas, sino de buscar soluciones de una vez por todas y dejar de echarle la culpa a Rajoy, a los funcionarios y a asturianos como yo que ya no pueden creeros del todo y ven, impotentes, cómo nuestra tierra se está viniendo abajo, hasta el fondo de los pozos.
Sigue la actualidad de Periodistas en Español en nuestro
Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla .
Indica nombre, apellidos, profesión y país.
