Querida Olvido Hormigos, claro que no has hecho nada de lo que haya que avergonzarse y mucho menos por lo que tengas que dimitir de tu cargo. Ten por seguro que los/las hipócritas que creyeron insultarte en el ayuntamiento de ese pueblo llamado Yébenes y los que puedan hacerlo en otros momentos y foros, se masturban. Con toda seguridad, la acción expresada por el verbo masturbarse ha sido, es y será una de la más practicadas de la nomenclatura verbal. Así: Yo me masturbo, tú te masturbas, el/ella se masturba, nosotros/nosotras nos masturbamos, vosotros/vosotras os masturbáis, ellos/ellas se masturban. En todos los tiempos verbales, presente, pasado, pretérito, futuro, simples y compuestos.
Alguien muy interesado en convertir la masturbación en “pecado nefando” (todas las iglesias cristianas), tergiversó una historia del Génesis, primer libro de la Biblia, que relata como a Er primogénito de Judá, le fue arrebatada la vida por Yavé como castigo a su comportamiento. Y que según la Ley judaica su hermano Onán debía yacer con su cuñada viuda para que el hijo que ésta tuviera fuera el heredero del primogénito muerto. Pero Onán tenía otras ideas, así que practicaba el coitus interruptus con su cuñada, para heredar él. Así que también Dios se lo llevó. Porque al parecer la simiente de Judá tenía consecuencias futuras muy importantes.
Así que esa transformación tan oportuna ha servido falsamente durante siglos para anatematizar a los masturbadores de culturas judeo-cristianas, transformando algo tan natural y sano como la masturbación en algo clandestino, dañino, culpable, es decir ha creado verdaderos trastornos mentales en millones de personas durante generaciones. Pero ahora, en esta España del siglo XXI, ¡NO!
Masturbarse es una forma más de relación sexual que no necesita de otra persona para generar la excitación sexual. En su caso, generalmente la excitación procede de imágenes mentales, a veces sin causa aparente alguna. Y es que parece que a pesar de que ya hace muchos años que en este país es fácil informarse sobre todos los conceptos relativos al sexo, aquí se sigue dando preeminencia o incluso unicidad al aspecto genital. ¿Y que hay de la función cerebral y mental, sin duda la más importante en el comportamiento sexual? Las relaciones sexuales son imprescindibles para el equilibrio emocional y la masturbación es un tipo, de los muchos que existen, sin duda el primer tipo de relación sexual que conoce cada individuo, generalmente desde la infancia, de forma natural e inocente. Estoy hablando de relaciones sexuales sanas, determinadas por la naturaleza y realizadas libremente, no vaya alguien a tergiversarme. A tener en cuenta que una de las perversiones sexuales es no tener relaciones sexuales. Y evidentemente la masturbación es una relación o expresión de la sexualidad humana.
Incluso a día de hoy hay muchísimos individuos que conservan el tabú del sexo en el lenguaje y cuando se refieren tanto a sustantivos como a acciones lo hacen con subterfugios. En el tema del sexo parece que hay miedo a llamar de forma absolutamente natural a las cosas por su nombre y estoy pensando en personas casadas o emparejadas, heterosexuales, bisexuales, homosexuales efebos o de rol femenino, etc., siguen recurriendo a eufemismos para no llamar a las cosas por su nombre.
A este respecto siempre recuerdo una anécdota del Profesor Luis Cencillo. Un día en clase un alumno se quejó a él de que un compañero había dicho la palabra “cojones”. El profesor Cencillo, sin decir palabra fue a la pizarra y escribió: Cojones, couille, coglioni, guts, bälle y quizá en algún otro idioma, para aclarar a continuación, “esta palabra figura en los diccionarios de cualquier idioma, ¿de qué se queja usted? Magistral. Y de esto hace muchísimos años.
Si el lenguaje sigue tabuizado y reprimido, ¿que decir de otras manifestaciones sexuales, incluídas las físicas? El caso Yébenes es un claro ejemplo. En grupo, claro es, individualmente no tendrían el coraje, dedican a la feliz masturbadora epítetos como “puta”, “zorra”, “guarra” y esto demuestra, ignorancia, cobardía, miedo, cuando en realidad Olvido no ha hecho más que, utilizar un recurso habitual, el video, para grabar de forma íntima y privada una expresión natural de su sexualidad, como decía antes, la primera y más natural de todas. Somos lo que somos, seres sexuados.
Quién si merece un par de collejas es el reprimido, oportunista o lo que sea que sin su consentimiento, peor, sin su conocimiento ha puesto el video en internet. Eso sí que es un delito. Ya me gustaría que esta columna de opinión llegara a los vociferantes de Yébenes o de cualquier otro sitio. Vociferen al delincuente, sea quien sea, no a su víctima.
No sé como anda en este país el derecho a la intimidad y a la propia imagen. Por lo que se ve en cierta cadena televisiva, mal. Este sería un buen momento para cambiar esa ley que parece que protege poco, cuando debería proteger absolutamente.
Solo un consejo querida Olvido. Pon atención de aquí en adelante a quién consideras amigo, porque con cierta clase de amigos ¿para qué se necesitan enemigos?
Todo mi apoyo.
