Samuel Parra*.- Tras dejar mi terminal en reparación en un distribuidor de Vodafone, me hacen entrega de otro de sustitución; nada más encenderlo veo la fotografía de una chica y un chico, además de diversos iconos en el escritorio, entre ellos el WhatsApp… se lo enseño a la chica de Vodafone y entonces se excusa, pero no porque me estén entregando un terminal con datos de otro cliente, sino para decirme que “el teléfono sólo ha pasado por manos de esa chica anteriormente, está prácticamente nuevo”…
Me imagino que lo que voy a narrar le habrá pasado a muchas personas y lamentablemente será algo habitual, pero dada la temática de este blog es inevitable que cuente esta historia, máxime cuando pone de manifiesto algo que los que nos dedicamos a esto de la Privacidad percibimos todos los días: no hay conciencia social respecto a la protección de datos personales y a la privacidad.
El viernes pasado dejé en un distribuidor de Vodafone mi terminal en reparación; Vodafone tiene un servicio por el que te entregan un terminal mientras reparan el tuyo, en mi caso me dieron un HTC Wild Fire.
El terminal tienes que devolverlo en el mismo estado en el que te lo dan, de forma que el procedimiento habitual es arrancarlo con la tarjeta SIM del cliente que se lo lleva para demostrarle que funciona correctamente.
Tras introducir el PIN se carga el escritorio, con una foto de fondo donde aparecen dos rostros en grande, el de una chica y un chico. También hay 2 iconos, el del WhatsApp y el del Google Calendar.
Se lo enseño a la chica de Vodafone, y directamente se excusa: “ah sí, pero el teléfono está nuevo, solo ha pasado por manos de esa chica hace unos días, está prácticamente nuevo…“.
Es decir, a la del Vodafone lo que le preocupaba era hacerme ver que el terminal que me estaba dando era nuevecito, le daba igual si venía “personalizado” con los datos de otro cliente…
Ya en casa, y con la intención (la única intención) de ver qué datos de esa chica había en el teléfono para poder documentar este artículo, me encontré con lo siguiente:
1- Historial de conversaciones en el WhatsApp, con unas 20 personas distintas. De nuevo, y para poder documentar este artículo, accedo a algunas de esas conversaciones y sin prestar mucha atención se deduce claramente algunos datos de esa chica:
- Qué y dónde estudia.
- Dónde va normalmente a descansar mientras estudia.
- Fotografía del coche de su padre que le gustaría conducir.
- Hábitos de consumo.
- Con quién suele salir y dónde.
- etc…
2- Fotografías variadas.
3- Eventos en Google Calendar, de los que cabe destacar:
- Días inicio menstruación.
- Visita al ginecólogo.
- etc…
4- Correo electrónico de la chica en @gmail.com y número de teléfono
5- Agenda de contactos (nombre, teléfono y en algunos casos correo electrónico)
Esto viene a demostrar que como otras muchas cosas en la vida, de la privacidad e intimidad solo nos acordamos cuando nos la invaden, esto es, adoptamos una posición reaccionaria frente al evento “privacidad” en vez de adoptar una posición preventiva.
En mi opinión lo anterior es consecuencia de una nula educación y concienciación en esta materia; la sociedad está ya acostumbrada a utilizar la tecnología, pero sin entender realmente ni cómo funciona ni cuáles son las consecuencias de su utilización (y ni les incomoda no saberlo); esa niña de 13 o 14 años que sabe utilizar perfectamente Tuenti para subir fotos es muy probable que no haya recibido una sola clase didáctica sobre privacidad e intimidad, con ejemplos sencillos y simpáticos, sin asustarla; de adolescente con 16 años tendrá ya su smartphone, donde compartirá otros muchos datos, y nadie le habrá explicado todavía qué pasa con sus datos personales ni dónde están realmente. A los 21 años enviará cadenas de correos electrónicos a 1000 destinatarios sin utilizar Copia Oculta porque seguramente ignorará que esa opción la han podido llegar a inventar, y tendrá su perfil abierto en 4 redes sociales distintas, porque así vienen por defecto. A los 24 años esa chica estará atendiendo al público en una distribuidora de Vodafone o estará introduciendo sus datos en un terminal de sustitución sin preocuparse luego de borrarlos…
*Samuel Parra es experto en protección de datos personales.


escrito por RUTH, enero 04, 2012

escrito por lorena, enero 04, 2012

un saludo

escrito por a, enero 04, 2012

escrito por AMG, enero 03, 2012
Si la persona entregó el telefono y no lo reseteó previamente, no le impotará mucho la Ley de Protección de datos, si esta persona medianamente hubiera querido informase, se le hubiera explicado como resetearlo, o se hubiese hecho en tienda.
Con respecto a ti Idem de Idem. La persona que se tendria que haber molestado en cualquier caso, es la persona que deja el terminal, no aquella que lo recibe y repito ... si no eliminó sus datos antes de entregarlo: No le importará tanto.

escrito por eloisa, enero 03, 2012