José M. Burgos S.
Estados Unidos es un país bilingüe, cuyo segundo idioma es el español, por ser el que habla la minoría más numerosa de la nación. Por respeto y buen entendimiento, las traducciones del inglés al español y viceversa, deberían hacerse de manera sencilla, clara y concisa.
El español es un idioma en constante crecimiento. Inclusive, hay ciudades en las que se habla más español que inglés.
Y debido a su constante crecimiento, cada día aparecen más periódicos, revistas, radiodifusoras y hasta cadenas de televisión en nuestro idioma.
En el mundo actual, si una empresa estadounidense desea expandirse y atraer más clientes, debe ofrecer información de servicios o productos también en español.
Es bueno recordar que todos los latinoamericanos somos americanos, al igual estadounidenses y canadienses.
Los hispanoamericanos procedemos de más de veinte países, y a pesar de hablar el mismo idioma, hay palabras y modismos cuyo significado varía de un país a otro, e inclusive, de una región a otra.
No se debe decir aseguranza, por seguro, ni póliza por política, ni desarrollador, por constructor o urbanizador. Tampoco se deben llamar beneficios a las prestaciones sociales, ni traducir simpatía por pésame o condolencia. A un delincuente comprobado, les ha dado por llamarlo sospechoso porque es la forma más fácil de traducir esta palabra del inglés. Pero es peor aún, llamar delincuente a alguien que se ha atrasado en sus pagos, es decir, a un deudor moroso.
Debemos preservar nuestras raíces y nuestro idioma y no destrozarlo, pero para lograr este propósito, es necesario hablar correctamente y enseñarlo a nuestros jóvenes.
Es mejor hablar dos idiomas que uno, y tres mejor que dos.
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Saludos.