Manuel López
En un momento clave de Sostiene Pereira, la novela de Antonio Trabuchi, Pereira conoce a Cardoso, un médico que le confía el propósito de abandonar Portugal en dirección a Francia, ideal de libertad. Esta confesión anima a Pereira a compartir con Cardoso la sensación de inquietud que experimenta desde hace un tiempo al descubrir por su ayudante Monteiro Rossi la crudeza de una realidad que no había querido ver hasta entonces.
Cardoso le expone a Pereira una teoría personal sobre la “confederación de las almas”, según la cual cada persona tiene no una, sino varias almas, una de las cuales es la dominante. Pero a veces puede suceder que otra de esas almas adquiere protagonismo.
Al igual que Pereira, a José Mário dos Santos Mourinho Félix , universalmente conocido como José Mourinho, le basta con el apellido para estar instalado en el candelero de la fama mundial, hasta el punto de que el diminutivo no se le aplica al nombre -Zé- sino al apellido -Mou-. Triunfó en Portugal, pero se quedó en puertas de ganar la Champions con un Oporto que se impuso al Deportivo en semifinales no tanto por mejor juego o buenas artes como por la segura fortuna que siempre da la ayuda arbitral por una desproporcionada tael rjeta roja a Andrade por una cariñosa, inofensiva patadita en la espalda a su amigo Deco tras un lance del juego cuando el Dépor dominaba claramente a domicilio en Estádio do Dragão de Oporto.
Sabido es de todos en el mundo mundial que el objetivo de Mou no es otro que ganar esta temporada para España La Décima con el Real Madrid. Será su tercera Champion en tres países distintos Acto seguido hacer lo propio ganando su cuarta Copa con el Paris Saint-Germain. A saber si antes de retornar a Portugal a ganar la quinta no se atreverá a irse al Bayern Múnich para volver a sus orígenes en Oporto a coronarse a orillas del Duero/Douro con su sexta.
Al tiempo. Mucho Mou. Este año cumplirá los cincuenta; tiene mucha carrera todavía por delante. Eso sí, le queda una cosa por aprender: la teoría de la confederación de las almas. Ahora mismo tiene no una, ni dos, ni tres, sino cuatro almas en lucha. Una, la titular, la que le llevó a sentar en el banquillo a Iker Casillas y sacar inopinadamente como titular al portero suplente Adán en el partido contra el Málaga, para dejar clara su omnímoda autoridad, y que todo quede ahí en ese episodio aislado. Dos, la alternativa, el "más de lo mismo" mourinhiano: repetir en Chamartín la provocación de Málaga y volver a dejar en el banquillo al mejor portero del mundo. Tres, la de reserva “políticamente correcta”, que le aconsejaría recuperar el sentido de la ecuanimidad y levantar el castigo a Iker alineándole bajo los palos esta tarde en Chamartín en el partido contra la Real Sociedad. Es la que todos deseamos, los seguidores del Real Madrid y también los que nos envidian por ello. Y cuatro, la más revolucionaria mourinhiana: salir con once jugadores de campo, sin portero, vaya, para reafirmar así con total contundencia su persistente minimización de la figura del guardameta.
Sostiene Mourinho, vaya. Sería el más desproporcionado imaginable de los contraparadigmas del cuerdo Sostiene Pereira.
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