Recientemente hemos asistido a dos ceremonios importantes del mundo de la "farándula". Una en España, los Premios Goya, y otra en Estados Unidos, Hollywood, los Oscar, y de ambas me ha quedado unn cierto sabor agridulce, sobre todo en el caso español.
Se nota que entre los famosos españoles hay dos varas de medir. Esta vez no ha sido el famoso "no a la guerra" de una edición anterior, sino una proclama por parte de alguna de nuestras artistas más famosas contra los "desahucios", que me ha recordado a un antiguo chiste que relataba el caso de que una persona repartía todo lo que había en el pueblo donde vivía entre los vecinos menos su moto, porque esa la había comprado él y era suya.
Pues bien, una artista famosa nuestra, muy nuestra, no creo que haga falta decir su nombre, quiere luchar contra esa lacra social que está imperando en el país motivada por la crisis económica y por el hambre de tiburón de los bancos propiciada y apoyada por el Gobierno, y mi pregunta es ¿por qué ella no deja a alguna de esas familias que pierden su casa alguna de la que ellas tiene? o mucho más fácil, ¿por qué no ayuda a alguna familia, a esos ancianos que pierden su casa y que no saben que hacer, si suicidarse dejándose morir de tristeza o...? Claro que, pobrecita seguro que no tiene dinero suficiente para ayudarles a pesar del "pastizal" que se ha llevado y se está llevando con los anuncios que realiza, o simplemente con una pequeña cantidad de la que ha ganado siendo imagen de El Corte Inglés.
Resulta que hay dos varas de medir para los famosos, o quizás mejor sería llamarles famosillos, que quieren que los demás den lo que tengan pero ellos no, porque lo suyo s elo han ganado ellos y es suyo. Es mejor poner el ventilador en marcha y que, con perdón, la mierda salpique a los demás.
Siento envidia de ver a algunos famosos de Hollywood cuando hacen campañas en favor de los desvalidos. Cierto es que también les sirven de publicidad y de aquello de !qué buenos son!, pero al menos parece que hacen algo, y si no reparten lo suyo al menos consiguen que algo de lo que sobrevuela gracias a su fama se reparte.
Aquí es lo de siempre. Los que más ganan sólo tienen palabras de reproche, pero no actos de buena voluntad. Ahora bien, que bien queda, y perdón por la redundancia, poner el ventilador en los actos públicos sin tener que predicar con el ejemplo. Seguimos siendo un país de pícaros, además de aquel mencionado por Antonio Machado, "de charanga y pandereta..."
Así nos va y nos irá...
