Angustia e impotencia. No hay una zona de exclusión aérea que proponer, ni siquiera tarde como en Libia. Y Japón es un país muy desarrollado, donde a diario parecía quedar poco margen para el caos. Así que el mundo asiste a la serie de catástrofes encadenadas -terremoto de nivel máximo, tsunami inmenso, incertidumbre nuclear tras el maremoto- sin que sepamos bien qué hacer. No podemos evitar sentir el desastre como una maldición propia.
Los japoneses, que reviven Hiroshima y Nagasaki en cada aniversario, están muy entrenados en la cultura de las plagas bíblicas, pero no nos ayudan a evidenciar nuestros terrores profundos. Sus expresiones gestuales no manifiestan su memoria más amarga, según esperamos de ellos. En su mayoría, parecen concentrarse, con lágrima escasa y educación filosófica, en la huida hacia el sur o hacia una cierta disciplina ciudadana: es su forma directa de participar en el pánico colectivo, en lo inevitable.
En Europa, rebuscamos nuestras viejas chapas amarillas: “Atomkraft ? Nein, danke”, gritan otra vez en Alemania. El 12 de marzo, unas 60.000 personas han formado una cadena entre Stuttgart y la central atómica de Neckarwestheim. Angela Merkel desconecta “temporalmente” siete centrales nucleares, además de la de Krümmel, que está en fase de apagado/reparación; es decir, nueve seguirán produciendo normalmente. Los sondeos sobre la nunca desaparecida desconfianza atómica de su opinión pública han convencido a la canciller; pero la medida es temporal y limitada: parón de menos de la mitad de sus reactores durante tres meses. Merkel espera que pase el vendaval atómico y electoral en varios estados alemanes, donde las imágenes terroríficas de Japón podrían acabar teniendo un reflejo en las urnas. El 20 y 27 de marzo se vota en Renania-Palatinado, Sajonia-Anhalt y Baden-Würtemberg. La moratoria del efecto reactivo del terror transmitido por televisión tiene fechas precisas. ¿Cumplirá Alemania la promesa escrita del Gobierno (Schroeder) de abandonar la energía nuclear en 2020?
En París, los grupos antinucleares esperan reunir una manifestación numerosa el domingo 20 de marzo. El país más nuclearizado de Europa tiene en funcionamiento 58 reactores. “Lo nuclear renace con fuerza en todo el mundo por razones económicas y medioambientales. Francia es una referencia en este campo”, afirmaban hace pocos días, antes de Japón, en un artículo siete diputados de la UMP, el partido de Sarkozy. Como no contaban con la inminencia del síndrome japonés, se atrevieron a firmar y certificar que 2011 sería el año de “lo electro-nuclear, el año del retorno a la serenidad, a la racionalidad y al sentido del interés general”. Una afirmación verdaderamente certera y oportuna.
Mientras, una nueva planta de enriquecimiento de uranio está en construcción en Tricastin, en el valle del Ródano. Se trata de la segunda mayor instalación industrial nuclear de Francia, tras La Hague, pero la zona reúne el mayor complejo químico-nuclear del país: 600 hectáreas y millares de empleados. Las autoridades francesas afirman que la seguridad está probada contra hipotéticos ataques aéreos, sismos, incendios, inundaciones. También reiteran la “independencia” que la energía atómica ofrece a Francia. En realidad, obvian que tienen que importar el cien por cien del uranio, de Níger, en su mayor parte, y que 54 de los 58 reactores franceses son… de origen estadounidense. En Francia, la coordinadora de grupos antinucleares que atiza hoy las brasas y las conciencias removidas por Fukushima tiene un nombre expresivo: “Sortir du nucléaire”. Los diputados de Sarkozy no han sido inoportunos, como podía parecer, porque su presidente ha ratificado (miércoles 16 de marzo) la “pertinencia” de la opción estratégica de Francia que “ha optado por la energía nuclear porque constituye un elemento esencial de su independencia energética y de lucha contra el efecto invernadero”. Casi cuarenta manifestaciones convocadas por Sortir du nucléaire mostrarán a Sarkozy que lo pertinente y el miedo colectivo ante Fukushima coexisten entre los franceses.
La información impulsa ahora un miedo generalizado. Y ese pánico colectivo es –como poco- tan veloz como las ondas sísmicas. Las leyes que regulan la colectividad mundial no parecen basarse ya en la experiencia, en la guerra, en los tratados largamente negociados, en los conflictos, en los ciclos económicos (otro terror), en los descubrimientos científicos: las pantallas de televisión y los gurús casi invisibles de las redes sociales le sugieren al mundo cómo reaccionar de inmediato ante la angustia.
Japón abona la desconfianza que viene de los principios mismos de la energía nuclear. En una manifestación antinuclear de finales de los 70, en Madrid, recordamos a los vallecanos Hijos del Agobio (el nombre estaba tomado de un disco del grupo Triana) recorriendo la calle de Alcalá con un ataúd lleno de calaveras y símbolos atómicos y gritándole a las ancianitas que salían a los balcones para contemplar a la muchedumbre: “¡Así, así os vais a quedar! “
Ahora lo dicen las pantallas electrónicas y el asunto parece nuevo. El psiquiatra francés Christian Navarre, autor del libro Psy des catastrophes, dix années auprès des victimes (Psicología de las catástrofes, diez años cerca de las víctimas), afirma: “En Occidente tenemos tendencia a negar los que sucede estos días nos recuerda una especie de ‘destino’ vinculado a Japón y a lo nuclear: despierta así el inconsciente colectivo del planeta”. El doctor Navarre no duda en referirse al “estrés colectivo mundial”. Un estrés que tratan de curar las píldoras del discurso oficial (“estamos revisando los mecanismos de seguridad de nuestras centrales”, etcétera, etcétera).
El segundo artículo publicado en un diario por quien firma éste, hace 36 años, se refería a la inconclusa central nuclear de Valdecaballeros y al peligro para los espacios naturales de Extremadura. El miedo, la movilización (recuerdo botes de humo atizando los rastrojos en los que nos movíamos los manifestantes) y la rabia no pudieron evitar Almaraz, pero impidieron la conclusión de Valdecaballeros. Hubo moratoria nuclear. Esa es nuestra disciplinada memoria japonesa.
Allí en el pueblo de Valdecaballeros, con las sierras de Las Villuercas a la vista, hubo actos públicos para explicar las bondades de la futura central. Los representantes del lobby pro nuclear prometieron empleos, que muchos buscaban para no tener que emigrar; pues también era tiempo de enorme crisis. Prometieron limpieza ambiental garantizada, barreras contra los hipotéticos desmanes de la radioactividad. Energía limpia e inocua. Para finalizar, uno de esos oradores del lobby, se atrevió a retar la desconfianza de parte de su audiencia, mayoritariamente gentes del campo: “… Porque si no, ¿qué van a hacer ustedes? ¿Qué pueden plantar ahí?” Una voz vieja y ronca le gritó: “¡Plantaremos chaparros!” La risa de casi todos hizo pedazos el miedo y el discurso oficial.
Contra lo que parece, la energía nuclear ha pasado del 17 al 13 por ciento del total mundial en los últimos ocho años. Ante la angustia global que viene de Fukushima, quizá vuelve a ser hora de plantar chaparros, sí, pero también de romper a gritos nuestros temores profundos.
Enlaces:
Le Monde (17 de enero de 2011), http://www.lemonde.fr/idees/article/2011/01/17/sachons-conserver-notre-avance-dans-l-electro-nucleaire_1465484_3232.html
Le Monde (2 de febrero de 2011), http://www.lemonde.fr/idees/article/2011/02/02/l-energie-nucleaire-est-en-declin-en-france-et-dans-le-monde_1473691_3232.html
BBC News (12 de marzo de 2011), http://www.bbc.co.uk/news/world-europe-12724981
Le Monde (16 de marzo de 2011), http://www.lemonde.fr/japon/article/2011/03/16/devant-la-catastrophe-au-japon-un-stress-collectif-mondial_1493702_1492975.html
El País (7 de enero de 2001), http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Valdecaballeros/nuclear/jamas/elpepisoc/20010107elpepisoc_4/Tes
Le Monde (15 de marzo de 2011), http://www.lemonde.fr/europe/article/2011/03/15/allemagne-merkel-coupe-l-herbe-sous-le-pied-des-antinucleaires_1493522_3214.html
Portal de World Nuclear Association http://world-nuclear.org/info/inf01.html


escrito por O. Colis, marzo 18, 2011
Sigamos evolucionando y creciendo:“Lo nuclear renace con fuerza en todo el mundo por razones económicas y medioambientales".