María Rosa Medel
Otra vez estamos en puertas de la semana en que se celebra el Día de la Mujer Trabajadora, hoy en día llamado el Día Internacional de la Mujer.
Me van a perdonar que hable sobre el tema; me toca. Haciendo honor al título del artículo, si conjugamos el verbo “conciliar” empezaríamos diciendo: yo concilio, tú concilias, el concilia… etc. En fin, queda demostrado que conciliamos todos.
Pero todos sabemos que no es así. Es cierto que tenemos una flamante ley de Igualdad, y unas leyes que obligan a las empresas a favorecer la conciliación familiar de sus trabajadores, pero una cosa es la Ley y otra cosa la práctica.
Cuando pensamos en la conciliación familiar no nos podemos sustraer a pensar en femenino, aunque ahora la crisis ha interferido en esto: hay hombres parados y mujeres trabajando. El problema está en que al hablar de conciliación la sociedad piensa en la mujer, y lo peor de todo, la mujer también.
Esto viene dado por varios factores que se han convertido en mitos y que son recurrentes en lo referente al trabajo de la mujer:
- Suele ser un trabajo complementario.
- La maternidad es sólo cosa de mujeres.
- Las mujeres somos las más dotadas para ejercer el cuidado de los demás.
Hay más factores, pero creo que estos valen de ejemplo. Todas las leyes que recortan los derechos ciudadanos, o casi todas, van contra los derechos de igualdad de la mujer. Si hablamos de dependencia, ya sabemos quién cuida a los dependientes; si es sanidad, a los enfermos; si es educación, a los niños... En fin, que volvemos a tener que reivindicar de nuevo, otro año más, los derechos de la mujer trabajadora, esto es, de todas las mujeres.
¿Alguien conoce a una mujer no trabajadora?
Pero volvamos a nuestro tema, la conciliación familiar. Cuando hablamos de esto, no sólo estamos hablando de cuidar a los demás, sino también de uno mismo. Te dan permiso para recoger al niño del cole o para cuidar de un anciano. Pero ¿qué pasa con los que no tienen este tipo de obligaciones? ¿Es que ir a dar un paseo por la Marineta Casiana o a ver una buena peli no es también vida familiar?
No nos atrevemos a pedir, como ocurre en otros países de nuestro entorno, que las reducciones de jornada, y los permisos de maternidad y paternidad, las reducciones de jornada y cualquier otra fórmula que tengamos para hacernos la vida más fácil sea remuneradas, pero si estamos en condiciones de pedir, más bien exigir que se nos den las facilidades que marca la ley. Como vemos por el grabado que ilustra este artículo, los hombres también tienen capacidades para conciliar, aunque muchos de ellos no lo sepan.
No quiero terminar este articulito sin pedir una dimisión. Una dimisión inmediata al señor Cantó, por sus declaraciones en twitter sobre las denuncias “falsas”. Según este señor, por cierto, el portavoz de UPyD en la Comisión de Igualdad en el Congreso (nos recuerda lo de la zorra guardando las gallinas), la mayoría de las denuncias de maltrato son falsas, y además esto tiene un sentido sucio, crematístico. Por cada denuncia, según este prescindible diputado, el Gobierno recibe de la UE 3.200 euros, “Desde 2004 nos han entrado así 2.080.000.000 euros. Qué Gobierno renuncia a eso?”, se preguntaba el señor Cantó, para terminar diciendo: “Qué gobierno renuncia a esto?”
Lo dicho, a dimitir, que en política no todo se arregla con pedir disculpas, se va uno a su casa y así tendrá más tiempo para documentarse.
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