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Miercoles, 27 de Febrero de 2013

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Dimitir no es un nombre ruso

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María Rosa Medel

Pensaba yo que al faltar una semana a mi cita se me habría quedado antiguo el tema, pero no, puedo seguir con ello. Se trata de recordar que nuestra gramática española, por cierto muy rica, contiene infinidad de verbos con sus diferentes conjugaciones, entre ellos tenemos uno que por su falta de uso puede desaparecer, creo que todos sabemos cuál es. Han acertado, es el verbo DIMITIR. Les puedo asegurar que se puede conjugar en todas las personas: yo dimito, tú dimites, él dimite y así hasta la tercera persona del plural: ellos dimiten.

Hemos visto dimitir a un ministro inglés por una infracción de tráfico con mentira incluida en Gran Bretaña (en ingles existe el verbo); a una ministra alemana por haber copiado un poco en su tesis hace 30 años (también existe en alemán); y lo más sorprendente, ha dimitido todo un papa (también se conjuga en latín). Lo que no vemos es cómo se conjuga en español.

Aquí nadie dimite, ni le dimiten (cesan), ni dan explicaciones, ni se sienten avergonzados por nada. Vemos al gran defraudador entre otras cosas, todos sabemos a quién me refiero empieza por B y termina por s, sí. ese en quien estamos pensando (Bárcenas) venir de un lujosísimo viaje a esquiar en Canadá y dedicar una peineta (dícese del gesto que se hace con la mano levantando el dedo corazón) a los periodistas y supongo que a toda la ciudadanía.

Son otros los que nos tienen que aclarar su situación, como se puede no estar en un partido y tener despacho, secretaria, coche e incluso cotizaciones a la Seguridad Social, esto último todos creíamos que era ilegal, o sea un fraude. Y la cuestión de los sobres, y la letra de los papeles. ¿Quién nos aclara algo?

Tenemos una ministra a la que hemos pillado in fraganti. Como justificación, se nos dice que son hechos antiguos, ya juzgados, pero no recuerdan que aunque se consideraron prescritos, eso no significa que no fueran probablemente delictivos. De cualquier forma, la diferencia entre la ética y la estética es una línea demasiado fina. Una cosa son las responsabilidades penales y otra muy distinta las políticas. Poco delictivo debía de ser copiar en una tesis y sin embargo ha costado toda una dimisión. Aquí, no.

Tenemos un portavoz de un partido que dice que hacer fraude a la Seguridad Social es una cosa que se practica habitualmente, que no tiene ninguna importancia. En este caso no tendría que dimitir; le tendrían que echar, pero ahí sigue todos los días dándonos su peculiar versión de las cosas.

En fin, podemos seguir con muchos casos pero creo que todos los conocemos. Yo sólo pediría que aunque no sea más que para cubrir el expediente, que por favor en este país dimita alguien para tranquilidad de la ciudadanía que se considera estafada por todo lo que está pasando hoy.

Y habrán visto que he sido muy elegante, que no he hablado de nuestro ínclito duque de Palma. Eso le dejamos para la próxima semana, en que ya conoceremos las perlas que le haya dicho hoy al juez en Mallorca. Entonces, según sea el resultado, pediremos nuevas dimisiones o incluso abdicaciones… Todo se andará.

Blog de María Rosa Medel


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Comentarios (1)Add Comment
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Dimitir y dimitidos
escrito por Abel Alberto Manr�quez Machuca, febrero 25, 2013
Si bien escrito para la realidad local-nacional, este artículo me provoca reflexiones y me provoca grata risa, necesaria para capear la frescura y respuesta para todo que se tiene en el mundo político. Uno ve de todo en la justificación-aplicación de los términos.
En el Chile de 1980, pleno gobierno autoritario, me sorprendí con una autoridad militar en retiro (rector delegado en una universidad) ,un superior, le solicitó la renuncia a otra autoridad, también militar en retiro, subalterno. El inquirido no renunicó. Entonces, no lo despidieron, pero lo echaron igual, emitiendo un decreto interno de "renuncia no voluntaria". ¡Nunca había visto algo así! pero después vi una seguidilla de "renuncias no voluntarias" aplicada por la misma autoridad.
Me quedo con lo que en Chile un diario tabloide, el más famoso en la historia de Chile, el amarillista "Clarín", llamó folklóricamente, la P.L.R., cuando a alquien lo echaban no más.
P.L.R. = abreviatura de "Patada en la R..."

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