Mercedes Arancibia
«Había llegado algo a Cold Rock que se estaba llevando a los niños... Algo mucho peor que el cierre de una mina... Algo tan amenazante y aterrador que la gente acabó por ponerle nombre...». Cada año desaparecen 750.000 niños en Estados Unidos, la mayor parte reaparecen al cabo de pocas horas, o pocos días, pero alrededor de un millar se esfuman sin dejar el menor rastro.
El hombre de las sombras, que se presentó en el pasado Festival Internacional de Cine de Sitges, supone la vuelta del director de Martyrs, el francés Pascal Laugier, quien se estrena con su primera película rodada en Estados Unidos y en lengua inglesa, en la que mezcla hechos reales sobrenaturales, al estilo de las novelas de Stephen King, envolviéndolos en una capa de misterio e intriga para contar una historia que se adentra en las entrañas de un corrosivo mundo de miedo y terror hasta revelar al fin una inimaginable verdad.
Recién estrenada en Francia con el título original en inglés, The Secret, la crítica se ha dividido y ha calificado la película, rodada en Canadá pero ambientada en EEUU, de “serie B, film de horror atípico y muy racional”. En España llega a las pantallas el 4 de enero de 2012. Digamos que es “una de miedo”; de mucho miedo, porque cuando en las películas de terror los protagonistas son niños –esos niños siempre “raritos”, que miran muy fijo, que apenas tienen hacen gestos- el miedo aumenta en varios grados.
Julia (Jessica Biel) es un enfermera que vive en un decadente pueblo del norte de Estados Unidos, donde han desaparecido varios niños en poco tiempo, sin que nadie sepa la causa; los supersticiosos atribuyen las desapariciones al Cazador: una oscura figura que rapta a los niños. Cuando el hijo de Julia desaparece misteriosamente, ella hace todo lo posible por recuperarlo y obtener respuestas a los interrogantes que aterran al pequeño pueblo: ¿Quién es el Cazador y qué les ocurre realmente a los niños raptados? Y ¿qué le pasa a Julia? No hará falta esperar al final para ver como se desvanece su máscara de madre joven, guapa y sola (oficialmente su marido falleció).
El lado más fantástico de la película -las desapariciones de los niños, la niebla que acompaña la búsqueda, la tierra pantanosa, la propuesta casi irracional de todo un “otro pueblo” debajo, formado por un laberinto de grutas, entradas, pasillos, alcantarillas- y el hecho de que ese Cold Rock forme parte del “decorado” del estado de Washington, nos remite a algunos famosos ancestros, como las series Twin Peaks o Expediente X.
Para uno de los críticos franceses –no encuentro el nombre- el director Laugier ha convertido “la pequeña ciudad de Cold Rock en el decorado de una metáfora casi tan chocante como Una modesta proposición de Jonathan Swift, cuando su autor sugería comer niños para salvar a Irlanda de la hambruna en el siglo XVII. Yo no diría tanto, pero sí que ha conseguido hacer una película inquietante.
Sigue la actualidad de Periodistas en Español en nuestro
Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla
.
Indica nombre, apellidos, profesión y país.
