Mercedes Arancibia
Coriolanus, película que significa el debut en la dirección cinematográfica del actor Ralph Fiennes, y que se estrena en España el 25 de enero de 2012 simultáneamente en distintos formatos (Cine, VOD y DVD), está inspirada en la tragedia homónima de William Shakespeare, trasladada a la actualidad y teniendo el conflicto serbio (distintas guerras en la ex Yugoeslavia entre 1991 y 2005) como telón de fondo.
Coriolanus es una relectura contemporánea de Shakespeare pero es también Croacia, Serbia, Kosovo… y por extensión Irak, Afganistán, Libia, Siria y ahora mismo Mali, con sus ejércitos desesperados y muchas veces hambrientos, sus unidades de elite, sus espías, sus traidores y sus negociadores. En un ejercicio meritorio, Fiennes ha perseguido aplicar palabra por palabra el lenguaje de las legiones romanas de hace dos mil quinientos años a la guerra del siglo XXI, a los soldados vestido con ropa de camuflaje, cráneo rasado al cero y metralleta automática en mano, consiguiendo un resultado no siempre homogéneo y complementario entre la narración cinematográfica y el lenguaje teatral.
Se trata de un guión escrito por John Logan (Gladiator, El último Samurai, Sweeney Todd, El aviador) y el propio Ralph Fiennes, quien también encabeza un reparto, en su calidad de uno de los actores británicos más famosos (Harry Potter y las reliquias de la muerte, la lista de Schindler, En tierra hostil, El paciente inglés, El jardinero fiel), que comparte con Gerard Butler (Un buen partido, Exposados, La cruda realidad, Rockrolla, PS:Te quiero, 300) y la siempre excepcional Vanessa Redgrave, quien ha conseguido con su papel de madre del héroe el Premio a la mejor actriz secundaria concedido por The British Independent Film, la industria británica del cine independiente, en 2011.
Cayo Martius regresa a su patria, “un lugar que se hace llamar Roma”, como gran triunfador después de vencer a los invasores. Sin embargo, sus políticas le hacen impopular entre sus conciudadanos, que le condenan al exilio. En un ataque de furia, se une a sus rivales para atacar a su país, elige como nombre Coriolanus y se pone a las órdenes del que hasta ahora había sido su enemigo. Pero, a las puertas de su ciudad, dudará entre orgullo y patriotismo. La originalidad está en el planteamiento de las “preguntas de siempre”, las cuestiones intemporales (corrupción, crisis, inmoralidad, obediencia debida, homosexualidad latente) en la lengua en que fueron escritas hace seis siglos y en la búsqueda de respuestas en el contexto de ahora mismo, con ropas y gestos actuales, sobre las ruinas del devastado escenario que deja siempre el paso de las guerras.
Desmesurado, Fiennes sobreactúa, grita de forma terrorífica, como solo se puede gritar en el cine, hasta convertirse en un personaje casi inhumano, que ignora a su mujer y a su hijo, desoye a la edípica madre que siempre le hizo de consejera y demuestra la inutilidad del heroísmo guerrero, tan alabado por los textos clásicos como por los políticos modernos, “poniendo de manifiesto que ese ideal que nos adormece está pensado con el objetivo de acallar otros gritos que deberían escucharse: los gritos de las protestas, de las huelgas y manifestaciones, los gritos de hoy en día”.
A modo de ensayo sobre una realidad conocida, Coriolanus (que en otros países se estrenará con el título Enemigos Jurados- es no solo la relectura de una epopeya shakespeariana sino también una interpretación y un mensaje: las emociones personales, los sentimientos, no deben prevalecer sobre las opciones políticas. La traición a su compromiso es lo que propicia la muerte de Coriolanus a manos de su “aminemigo” (brillante aportación al lenguaje coloquial de las chicas de la serie Sexo en Nueva York) de siempre.
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