Al Qaeda y la solidaridad yihadista
Escrito por: Itxa en Comunicación on 23 09, 2010
¿Qué hace que un grupo heterogéneo de islamistas radicales violentos se unan a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia? Siento decir que yo no me creo que sean solamente razones religiosas. La religión, en lo que se ha denominado como la yihad o guerra santa, sirve solo como una excusa que mantiene a medio mundo ciego ante la verdadera razón de este terrorismo global.
¿De verdad hay que seguir pensando que una religión mantiene a palestinos e israelíes en conflicto “permanente”? Las bases en las que se sostiene la ideología de los integristas radicales se cae por su propio peso. Sin embargo, lo que no cae es la solidaridad que mantienen entre estos grupos radicales que usan las armas y la destrucción para imponer un nuevo orden.
Hoy no hacemos más que escuchar las horribles noticias que protagoniza el grupo Al Qaeda en el Magreb Islámico, otro éxito de esta solidaridad radical del que Bin Laden se apropió en 2007 cuando el argelino Grupo Salafista para la Predicación y el Combate se fusionó con otros grupos terroristas de la región – entre los cuales estaba el Grupo Islámico Combatiente Marroquí implicado en los atentados del 11-M-.
Los combatientes por la llamada Yihad islámica siempre han estado en contacto. Desde 1982, cuando llegaron del Magreb apoyo para los talibanes frente a la ofensiva soviética, al desarrollo y organización de estas milicias o brigadas yihadistas en campos de entrenamiento extendidos por Afganistán, Pakistán, el Magreb… etc. La amenaza de Al Qaeda cuenta, además, con Al Yama Al Islamiyya en el sudeste asiático, incluyendo Indonesia, Malasia, sur de Filipinas, Brunei y Singapur.
Al Yamaa Al Islamiya asiática nació de los principios del salafismo, como el resto de grupos islamistas radicales violentos, en el marco de los nacionalismos de los años 40-50. Estos neo-islamistas más adelante fueron arabizándose, y se nutrieron de la carga ideológica del movimiento de los Hermanos Musulmanes que nació en Egipto y que al finalizar la Segunda Guerra Mundial dio un giro más radical bajo la pluma de Sayyed Qutb, personaje peculiar puesto que al principio de su carrera Qutb adoraba las ideas occidentales y, en particular, Estados Unidos. Sin embargo, cuando los Hermanos Musulmanes hicieron público el rechazo al uso de la violencia, el grupo se escindió y se creó la rama egipcia de Al Yama al Islamiya.
La red de estos radicales islamistas se extiende de manera casi incontrolable, puesto que desde hace muchos años se han encargado de organizarse bien fuera del ámbito de Oriente Medio. De este modo, han conseguido adeptos que apoyan y ofrecen información desde Occidente. Actualmente, el incremento de xenofobia descargada contra árabes inmigrantes por miedo a la extensión del radicalismo islámico en Europa es, me atrevería decir, una estupidez puesto que las redes terroristas llevan muchos años fraguándose. Los atentados del 11 de septiembre o el 11 de marzo no han hecho más que complicar la convivencia y despertar sospechas sin fundamento.
Sin embargo, lo que sí me parece merecedor de alarmismo es la atención mediática que están consiguiendo estos grupos radicales. Muchas veces, aunque no nos demos cuenta de ello, las noticias reflejan el éxito rotundo de muchas de sus acciones: secuestros que terminan en una liberación pero con dinero recaudado; atentados que se cobran la vida de ciudadanos y militares extranjeros… etc.
Se trata de destruir el sistema, hacer que se tambalee para luego instaurar el suyo propio. Lo dijo el pakistaní al-Mawdudí, con ideas salafistas de la ijtihâd, Corán y sunna, mantiene que la política es la hija de la ética y la labor política carece de sentido si los valores morales que la sustentan no refleja el mensaje islámico.
Pero el Islam no sólo es eso. Hay que discernir y leer más. Jaldún apoyaba la idea laica de estado y afirmaba que la religión es un vínculo de unión social.
Para los integristas radicales se trata de conseguir adeptos y, por supuesto, financiación. Una financiación que se desarrolla también en suelo occidental. Consiguen verdaderas sumas de dinero con el tráfico de productos robados, tráfico de drogas o de diamantes. También poseen fortunas en paraísos fiscales y el apoyo financiero de personas adineradas.
Como organización saben que la aparición en los medios es crucial y así lo consiguen. Casi cada semana son noticia con una acción diferente: atentado, secuestro o amenazas directas a aquellos que se cruzan por su camino. Como ocurre ahora con Francia.
La solidaridad yihadista quiere extender su poder –sea cual sea la razón religiosa que impongan-, pero Occidente no es el único blanco como nosotros pensamos. Los musulmanes y el mundo musulmán también se han convertido en sus víctimas.
Ha pensado en la posibilidad que el activismo de esas personas es parte de su "trabajo" por el cual alimentan a sus familias? Fijese que bien que vivieron aquellos dirigentes, como Arafat y su mujer, p.e.